La bicicleta está rota,
vejada.
El garage está sucio,
polvoriento.
El jardín tiene el pasto alto.
Me tiro al pasto, amarillo,
y huelo su olor a recuerdo sombrío.
Y me asusta la idea de que
arda un fuego en el pasto seco
y tenga que correr a una canilla
de la que agua ya casi no sale.
El jardín es de una casa solitaria,
olvidada entre altos muros, en una
ciudad
que nos va corriendo la frontera.