miércoles, 25 de noviembre de 2015

Frenesí

La aguja de un reloj irregular,
en un sueño irregular.
Sueños robóticos.
Euforia al despertar.

Cuando sabés que llegás pero no detenés tu marcha.
El principio y el fin.
Viento imparable que se reproduce ante mis ojos,
pasado o futuro.
Una gota de sangre marca tu cara.
Una línea es ahora.
La fragilidad del individuo,
el fin de los días.

Tu mayor activo aquí y ahora es ser un misterio.
Por eso sos quien sos.

Mantengo la ilusión de que aún sea temprano.
Caminar contra el tiempo hasta que se detenga.
Hombres y mujeres, audaces, corriendo en el desierto.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Múltiples estímulos

Se llega al fin de la tierra,
donde todo se sintetiza,
y enseguida todo vuelve a comenzar,
con grandilocuencia,
en forma magnánima,
sin descanso ni respiro.
Torbellino.
Cuando la ciudad deje de ser ciudad...

No busques una respuesta para todo.
Es lo sabio,
y lo que se dice cuando la fatiga se posa
en la frente, en el marco de los ojos,
en los antebrazos.
Y el sol se desploma con vértigo sobre la tierra.
Fatiga neuronal.

No caer en sentencias obvias.
Ante la duda, recostarse sobre la seguridad y el magnetismo de otros.

Es el descanso del guerrero,
la fiebre del ocaso.
A uno mismo: “algo que te limpie el cerebro...”, solo eso.

Las cosas que pasan cuando uno se va a dormir...

La luz se ausenta.
O se presenta como mito, o rumor.
El reloj sin arena...

La electricidad. Las palabras...
las palabras, por encima de todo.

El reposo en recreo sensorial.
Parado en la frontera,
igual que los sentidos.
Sinestesia.

En la eternidad de un limbo,
ni dulce ni amargo,
solo aéreo y etéreo.

Ese sonido hipnótico
que no se parece a nada.
Lucecitas de colores, alternadas,
como en una feria.
Telepatía, fumando pipa.

Los ojos sobre los ojos de una foto.

Una aguja perfora el fondo del mar.

Ellas son
un oceáno
y un río.
Un río informante...

Una montaña cortada por una nube.
Una montaña en un castillo.

En un valle,
en las rocas de un valle.
Y en la orilla.

Sentí el olor a mar,
cómo arde el pavimento abajo,
cómo vuela la tierra ahí,
cómo se desploman las estrellas en caída libre,
cómo se desinflan las nubes delgadas a lo lejos.

lunes, 13 de julio de 2015

Navegantes

La intangibilidad,
su inmensidad.
Lo vasto, el desierto,
las coordenadas que no están,
la ausencia de pistas.
Los campos con su viento.
Voces que se sienten pero no se escuchan,
no se interpretan.
Ecos, gritos, incomprensión.
Lo único que pasó fue el tiempo.

El café negro va llenando la taza. La barba afeitada ha dejado su rastro en el lavatorio.
Otra vez me olvidé de ese poema”, se dice, sabe que olvida ciertas cosas pero siempre recuerda futilidades como la barba que quedó en el borde del lavatorio. Olvidó algún verso interesante que se formó en su mente, o alguno que leyó y le gustó.

La intrascendencia.
Navegarla,
padecerla.

Panorama sombrío.
Son aves o perros
lo que escucha.
Llega un sonido lejano,
como una lluvia que ataca y amaina
de un momento a otro,
con el agua contra el piso de piedra del patio
y más allá también.

El silencio y la música.
El silencio existe porque existe la música
Podemos disfrutar del silencio porque sabemos que algo vendrá después.

¿Qué ve que no sea rojo?
Después, luz que encandila,
y luego, penumbra.
De frente, perro o pantera.

Vació dos cantimploras de agua y las llenó con ron y vodka, respectivamente.
Miró una vez más fuera de la frontera que separa agua y tierra y vio una interminable columna de palmeras arquearse por el viento.
Se acomodó como pudo, pensando en la mejor postura para dormir. El sueño es un gran ordenador.


Y pensó, tratando de consolarse, de buscar algo de alivio, que aunque aún faltara, que aunque a veces pareciera demorarse mucho el paso del tiempo, el correr de las agujas y los días y de las noches era inevitable, y que cada momento en que pensaba, se encontraba un poco más cerca de casa.

viernes, 22 de mayo de 2015

Entrevista a Agarrate Catalina

Fue publicada en la edición de marzo de la revista Billboard Argentina. Acá va el diálogo completo con Tabaré y Yamandú Cardozo, fundadores y compositores principales de la murga uruguaya.


Libertad e irreverencia rioplatenses

Agarrate Catalina, murga uruguaya fundada en 2001, ya recorrió los cinco continentes con sus espectáculos conceptuales, llenos de ironía y humor en sus letras sobre temas políticos y sociales, y el baile, vestuario y maquillaje propios del género.


Por Agustín Vázquez y Lisandro Vives


“Una vez escuché a un político que decía: ´No importa lo que te pregunten, vos decí lo que tenés para decir´. Yo no comparto esa lógica tractor, de doma. También hay que escuchar”, dice Tabaré, que considera que se vive “un tiempo de mucha intolerancia a nivel mundial”. Yamandú explica: “Eso es completamente contrario al camino que queremos recorrer, de encuentro, de conexión”.
Suena paradojal, dicho por los dos referentes de uno de los grupos más icónicos de la murga rioplatense, género que en buena medida se define por su irreverencia, ironía, por la vehemencia de sus textos, que pintan la realidad humana. Ellos son Tabaré y Yamandú Cardozo, hermanos y fundadores de Agarrate Catalina, la murga más conocida a nivel mundial. Talentosos y hábiles para los couplés, saben explicarlo en el marco de una entrevista periodística.
Tabaré, el mayor, ahora está enfocado en la difusión de su último disco solista, Malandra, un trabajo que se caracteriza por la murga-canción pero en clave rockera y que, con el apoyo de la Catalina, se viene presentando todos los jueves de mayo en el teatro ND Ateneo. El conjunto uruguayo -”ese monstruo de 27 cabezas”, como dice Yamandú en alusión a la cantidad de gente que lo compone- ha sido noticia más de una vez en los últimos meses, tanto por la gira mundial de 2014, que los llevó, por ejemplo, a China, Rusia, Egipto, Japón, Corea, Australia, Alemania, Italia, España y Estados Unidos; como por no haber pasado la prueba de admisión para el Carnaval de Montevideo de 2015. A su vez, está previsto que este año presenten un nuevo espectáculo: Un día de Julio.

En muchas de las ciudades de la gira que los llevó a dar la vuelta al planeta, las pantallas exhibían una traducción simultánea en el idioma local, algo indispensable teniendo en cuenta la relevancia que tiene en la murga lo que se canta. Además, en la pantalla y en los programas de mano que se le daban al público, se avisaba a la gente que las caricaturas se le iban a aparecer, le iban a faltar el respeto, la iban a incomodar; que cualquier parecido con la coincidencia era pura realidad, y que se quedaban a ver el espectáculo bajo su propio riesgo.

¿Qué representó para el grupo la gira del año pasado?
Yamandú Cardozo: -Hubo un año y medio de armado, aproximadamente, con mucha expectativa, ilusión, misterio, ansiedad. Era un salto al vacío. Había ahí algo de irresponsabilidad, de arrojo, era algo desmedido ir a lugares tan distantes en todo sentido. Fuimos a países en los que uno quisiera quedarse, pero de los que se va al poco tiempo para seguir por otros destinos. Era importante encontrar los canales, los anzuelos, y en todos los lugares nos comprendieron, nos devolvieron la otra parte del puente, la completaron. Es esperanzador para cualquier expresión artística y popular. No había bandera adentro de las salas donde actuamos, nos dio a entender que hay puntos en común en el arte, aún con una expresión tan vinculada a un sector, a una cultura puntual, de un país pequeñísimo.

Tabaré Cardozo: -Me acuerdo de estar actuando en Corea. Estábamos disfrazados, maquillados, pintados, tocando un ritmo que no conocían, con un coro polifónico, con una traducción simultánea, pero así y todo esos niños coreanos a la orilla del tablado no estaban distraídos, sino en trance. Ahí había algo que trascendía el texto, a pesar de que es algo esencial en la murga. El arte tiende lazos entre los humanos.

Muchos de esos países no tienen nada que ver con lo rioplatense y con la murga, ¿cómo saber que quizás algo dicho podía caer mal?
TC: -La murga es algo muy uruguayo, y Uruguay es un país muy libre, uno de los más libres del mundo en cuanto a libertad de expresión: cualquiera puede decir cualquier cosa de cualquiera, de hecho las murgas se basan en eso, decir lo que sea sin fundamentos. Es un código aceptado, pero es cierto que los parámetros no son los mismos en otros países. Nosotros pretendemos que la caricatura no lastime, sino que sane, que cure, que haga bien. Es difícil que un chiste no le moleste a nadie, entonces hay que ver quién es el otro, el interlocutor. En la gira no hubo problemas.

YC: -Es normal escudarse en la licencia salvaje que da la murga, pero hay que tener cuidado.

¿Cómo es componer en un grupo tan numeroso? ¿Cómo ponerse de acuerdo?
YC: Escribir pensando en más de 20 cabezas es un ejercicio constante y muy lindo. Es necesario consensuar. No hay nada que cante la Catalina con lo que no acuerde todo el grupo: si hay algo que jode a uno, se baja.

En la Argentina hay muchísimas expresiones artísticas, pero ninguna interpela tanto a la política como lo hace la murga en el Uruguay. ¿Por qué creen que es así?
TC: -Creo que tiene que ver con el desarrollo grande que ha tenido en la Argentina el teatro de revista, el teatro popular en general y la televisión. En Uruguay, estamos en la prehistoria de la televisión y en la prehistoria del cine. Además, hay una diferencia de escala geográfica y demográfica: la principal ciudad de Uruguay -Montevideo- es como Rosario o Córdoba. Los artistas callejeros tienen que tener un espacio alternativo, y en ese contexto el teatro no alberga lugar para ellos, la televisión tampoco. Los grandes humoristas del barrio que no accedían a los medios ni al mercado empezaron a ir a los tablados, y la gente fue a ver eso. Creo que también se explica por cierto espíritu libertario del pueblo a la hora de escuchar las irreverencias que la murga tiene para decir.

¿Hay algo que han cantado y que hoy no dirían?
TC: -Sí, hay. Por ejemplo, un couplé que hicimos sobre un exministro de Economía, del Partido Colorado, Alberto Bensión. Decíamos cosas muy duras sobre el tipo, con nombre y apellido. Muy tajante era. Respondía a una época, a una guerrilla cultural que teníamos en la cabeza en ese momento.

YC: -O La travesaña. No hubo intención estigmatizadora ni discriminatoria, pero no lo volveríamos a cantar.

TC: -También somos contradictorios, somos mutantes, y mejor que así sea. No estamos atados a ningún dogma, ni a un estilo inamovible. También cambian las cosas que nos hacen reír.

En la historia del grupo, un cambio paulatino pero grande tuvo que ver con la convocatoria, la masividad. ¿Cómo explican eso?
YC: -Pienso que influyeron la temática humanista, atemporal y universal; la edad nuestra; el hecho de conjugar caminos, recorriendo lo tradicional con un nuevo contenido; el momento político en el que la Catalina despega, con la llegada del Frente Amplio al Gobierno; el ser una murga cooperativa de jóvenes desconocidos...

TC: -Hemos pensado mucho en los motivos y las causas. Nunca encontramos una única causa, y tampoco creemos que la suma de esas posibles razones nos dé la respuesta. Es difícil para nosotros desandar el camino hacia atrás para entender el proceso, no hay manera ya. Al principio fuimos condenados por ser demasiado tradicionalistas, y cuando entramos al Carnaval fuimos condenados por los puristas por ser demasiado jóvenes, o demasiado transgresores. Estuvimos y estamos muy solos dentro del fenómeno del Carnaval: tenemos en contra al establishment y ahora también tenemos en contra al under, que condena la masividad y el éxito. En un país chico, resentido, con una apología del fracaso muy grande eso es condenado por un círculo chico de colegas. Pero la gente que está fuera del micro-mundo se volcó masivamente a la Catalina.

YC: -Pero además, en 2004, el Carnaval empezó a ser televisado para todo el país. Y en los siete años siguientes, la Catalina ganó cuatro veces. Nunca pasó que una murga se metiera en todas las casas.

Yamandú mencionó el contexto político, pero eso también jugó en contra, generó recelo.
TC: -Hemos sido acusados de un vínculo con el poder político, y nos dolió mucho. No estamos atados a ningún dogma, nadie nos baja línea sobre nada. Para nosotros no hay nada más preciado que la libertad, y cuando te casás políticamente con alguien, perdés un poco tu libertad. Por eso no aceptaríamos estar atados a decir algo por alguien. No vamos a hacer nunca un panfleto político desde la murga, ni proselitismo u operaciones. Lo que pasa es que el Pepe (Mujica, hasta hace muy poco presidente del Uruguay) ha tenido mucha simpatía con nosotros y lo ha manifestado, pero se malinterpreta. Nunca sacamos ningún partido de eso. De hecho no pasamos el concurso del Carnaval.

¿Qué creen que ocurrió con el concurso?
YC: -Ya esperaba un carnaval hostil. El microclima dentro de la institución Carnaval ya estaba difícil. Estaban siendo muy hostiles con nosotros en los últimos años, sobre todo en 2012. Por eso yo no esperaba mucho.

Pero no esperaban que la consecuencia fuera la que fue...
TC: -Claro. Sabíamos que iba a ser un homicidio, pero fue especialmente agravado. Eso te quita las ganas y la alegría. Había un caldo de cultivo negativo desde 2008. Las causas y el hecho no me molestan tanto, era previsible, pero sí cómo responde la sociedad ante el éxito. La sociedad uruguaya no está preparada para eso, está en una suerte de adolescencia. Nunca una banda uruguaya había recorrido el mundo, algo parecido pasa con No te va a gustar y La Vela Puerca, que llenan estadios y son injustamente condenados. Tengo la esperanza de que eso va a cambiar. Y estamos tranquilos porque crecimos sin manipular nuestro producto para comercializarlo, ni para masificarlo ni para ganar un concurso. También hemos recibido críticas de gente del teatro, del cine, de la música, algunos muy prestigiosos y queridos; críticas por ir a lugares a los que supuestamente no nos correspondía ir, como el teatro Solís, de Montevideo. Creían que perdían lo suyo a manos nuestras, como si fuésemos un pichón que se comía su nido y los otros nidos, de los otros pajaritos. Uno no está preparado para que los enemigos sean los artistas. El concepto de futbolización es terrible, el arte no debe tener esa lógica.

YC: Hoy en día podemos preparar los espectáculos sin estar relojeando el carnaval, sus estructuras ni su lógica.

TC: Solo nos interesa cantar nuestras... dudas, porque ni siquiera son verdades. Y ser libres, artísticamente y en todo sentido. Poder decir lo que pensamos y sentimos, sobre los temas que nos interesan, somos seres preocupados por la humanidad doliente, por el bicho humano. En la isla del Doctor Moreau no somos el doctor, somos los bichos. Somos victimarios y víctimas de las caricaturas que componemos: criticamos a los uruguayos, ¡pero más uruguayos nosotros no podemos ser, nos llamamos Tabaré y Yamandú! Así que eso es lo que importa, no lo otro... yo tengo ganas de hacer el amor con una señorita, no de ver quién la tiene más larga; para eso Dios nos puso un pito, no para andar comparando. Yo quiero disfrutar, no meterme en un puente chino donde recibo escupitajos, patadas, codazos porque sí, por razones políticas, artísticas, estéticas o las que sea.

YC: La gente te para y te dice “por fin, ahora sí volvieron a ser la Catalina”. Y nunca dejamos de ser nosotros. Pero en el imaginario tal vez hay una idea de lo que sos y de lo que debes ser, y pretenden que uno no se mueva de un lugar. Pero la inmovilidad es la muerte para un artista.

TC: No hay homogeneidad en el público. Hay un cuento que dice que un viejo, un nene y un burro van cruzando un puente. Va el niño arriba del burro, y el viejito al lado. La gente que pasa dice “mirá a este niño, qué desconsiderado, él es joven y saludable, y hace caminar al viejo”. Se sube el viejo, y los que pasan comentan “qué vergüenza, hombre grande, hacer caminar así a un chico”. Así que se suben los dos al burro, pero la gente que se cruzan los critica por maltrato animal, de manera que se bajan los dos. Enseguida, los que andan por ahí los tildan de tarados: “tienen un animal y ni lo usan, se cansan caminando”. El viejo y el niño terminan tirando al burro desde el puente. Por eso digo que si hacés lo que la gente dice, terminás tirando al burro. Es buenísimo que la gente te elija, pero el artista tiene que ir más allá del ego del aplauso.

YC: Lo ideal es que la gente no se acostumbre a lo que hacés.

lunes, 27 de abril de 2015

Entrevista a Ariadna Asturzzi

Salió en parte en la revista Área Urbana, acá va completa.



Pensar que alguien que hace publicidad o televisión es menos artista es algo muy limitado”

Ariadna Asturzzi es actriz. Nació en Rosario pero vive en Buenos Aires desde hace más de 10 años. Viene trabajando en teatro y cine y, en menor medida, en televisión: en 2015 espera el estreno de algunas películas que rodó, como así también de una mini-serie policial en la que ocupa un rol protagónico. A su vez, está haciendo la obra La deriva y ensaya para otra, llamada Pobre cristo.

Cuando se prende el grabador, Ariadna cuenta algo de su pasado: “Nací en Rosario, donde viví hasta los 16 años. Empecé a estudiar teatro de muy chiquita, a los cinco. Allá hay mucho movimiento cultural, pero el porcentaje de gente que puede vivir de la actuación, de la danza o de algún tipo de proyecto artístico es muy reducido, y en general termina dando clases. A los 15 empecé a ir a Buenos Aires para hacer algunos seminarios, y vi que había de todo. A los 16 insistí en mi casa hasta que me hicieron caso. Si yo pudiera vivir de la actuación en Rosario, estaría allá, la ciudad es preciosa”.

¿Te gusta más que Buenos Aires?
Buenos Aires me encanta, pero el atiborramiento de gente no está tan bueno. Además, no se aprovecha tanto el espacio público, lo verde, el río. En Rosario te vas al río en cualquier momento, se nota la diferencia. El río rodea toda la ciudad, y gran parte de la costa es pública. Hay muchas actividades en el agua: nado, remo, pesca, vela. Lo mejor que encuentro en Buenos Aires es que me encanta ir al teatro, al cine, al ballet, y tiene todo. También teatro independiente. Hay mucha información en relación a lo artístico, creo que las redes sociales -que no existían cuando vine- han ayudado a encontrar propuestas y poder seleccionar lo que a una más le interesa. La oferta cultural de Rosario es muy buena, pero mucho menor.

Si te fuiste de tu ciudad a los 16, el colegio lo terminaste en Buenos Aires...
Sí, el último año lo rendí libre. Me inscribí en un colegio público, pedí los programas y me anoté para dar libre. Después me enteré de que no se podía hacer eso. Pero nadie me había dicho nada, tal vez pensaron que yo ya había cursado. En julio de ese año, una profesora, durante un examen, me consultó si yo me había llevado su materia, le llamaba la atención que estuviera aprobando todo con 10; le expliqué que no y me dijo que eso -rendir libre- no se podía, que tenía que cursar, pero no se lo dijo a nadie en el colegio y no tuve problemas. Decidí rendir libre porque sentía que cursar implicaba demasiadas horas, y en todo ese tiempo me pude dedicar a tomar clases de teatro, de danza y de canto. Por esa época fue que decidí dedicarme a la actuación y no a la danza: soy bailarina clásica y entrar al Colón era una posibilidad, pero suponía una carga horaria muy intensa, entre otras exigencias, y además yo sentía que necesitaba la palabra, algo que actuar me permitía y bailar no. Encima mido 1,70, hay pocas bailarinas de esa estatura.

¿No podías esperar un año más para ir a Buenos Aires y terminar el colegio en Rosario?
Soy ansiosa (risas). Además, el colegio me aburría, me parecía que estaba demasiadas horas en algo que podía hacer en muchas menos.

Antes de irte de tu ciudad, ¿sabías bien en qué lugar ibas a vivir y qué ibas a hacer?
El año anterior a irme de Rosario había hecho seminarios y había empezado a trabajar en publicidad, y en ese ámbito aprovechaba para charlar con todas las personas que me cruzaba para conocer más. Contactaba, por ejemplo, a gente de Rosario que había ido a Buenos Aires, quería saber cuestiones de la profesión, con quién estudiar, dónde, pero también cómo alquilar una vivienda. Además, al principio vine con mi mamá. Mis viejos me ayudaron un montón. Respecto de la formación, por más que uno pregunte, no es tan sencillo saber cómo es cada lugar. En el EMAD y en el IUNA (N.: Escuela Metropolitana de Arte Dramática e Instituto Universitario Nacional del Arte, respectivamente) decidí no estudiar.

¿Por qué?
Creo que están cristalizados, son antiguos. Tienen una carga horaria muy intensa que implica hacer eso y nada más. A la vez, cuentan con grandes maestros, que aparten dan clases por su cuenta, así que con algunos de ellos estudié. Por otro lado, al menos hace algunos años estaba la idea de que no se podía trabajar en televisión, había un criterio muy cerrado. Si bien es cierto que la TV no tiene la calidad artística del teatro, por tratarse de un producto comercial que se hace con menos tiempo, no me parece que no hacerla sea bueno en sí mismo. Y con esa actitud tampoco se puede cambiar aquello que se critica. Cerrarse al medio por completo me parece una pavada, una postura adolescente. Pensar que alguien que hace publicidad o televisión es menos artista es algo muy limitado.

Además, con esa lógica quien no va a la televisión también podría llegar a negarse a estar en una obra con colegas que sí están en ese medio...
Sí, se puede llegar a ese extremo incluso. Pienso que lo fundamental es que el arte llegue a otra gente, por el medio que sea. Prefiero ir por la positiva, hacer algo porque quiero, no accionar por oposición.

¿Con qué profesores estudiaste?
Con Agustín Alezzo; con Rubén Szuchmacher, que fue director del Festival Internacional de Teatro de Buenos Aires -FIBA, trabaja sobre el texto y nada más, todo sale del texto; con Nora Moseinco, ahora volví con ella. Nora formó a muchos que hoy tienen entre 25 y 30. Estudié también con Luciano Suardi; con Marcelo Savignone, que da la técnica Lecoq. En general en la Argentina somos más stanislavskianos (por Konstantín Stanislavski, teórico ruso). Lecoq plantea un trabajo más físico.

¿Te considerás una estudiosa de lo tuyo?
Sí. Leo mucho, me interesa saber las técnicas que existen, las elija o no. Busco mucho material audiovisual, documentales. Veo mucho cine, investigo. Me gusta mucho el cine oriental, es muy distinto y la forma de actuación también. Y con los personajes que me tocan, también estudio, busco, me nutro.

¿Qué hay en tu agenda laboral para 2015?
Además de La deriva, que se estrenó en febrero y estamos haciendo en el teatro El extranjero, este año se estrena la mini-serie Reinas, que ganó el concurso Ficciones federales, del INCAA, y se filmó en Bariloche. Es mi primer protagónico, hago de policía. Con el mismo material, se va a hacer una película, y existe la posibilidad de hacer una segunda temporada. A su vez, se estrena una película boliviana que filmé hace tres años, Norte estrecho. Estoy ensayando la obra Pobre cristo, escrita y dirigida por Daniel Guebel, se estrena en la segunda mitad del año. Y es posible que este año se estrene El encuentro de Guayaquil, una película de época sobre San Martín y Bolívar. Y por fuera de lo actoral, estoy a punto de editar mi primer libro de poesía, ya está armado, el escritor Luis Sagasti leyó el material y decidió apadrinarme. Todavía no definí el título.

Hace un tiempo dijiste que tenías muchas ganas de hacer una obra clásica, y después estuviste en Ricardo III, de William Shakespeare. ¿Cómo fue?
Y actué en Antonio y Cleopatra, también de Shakespeare. En el caso de Ricardo III, se armó un teatro con el formato del globo de Inglaterra, todo con andamios, para mil personas, y se utilizó el teatro isabelino, sin patas, sin telón, con entradas laterales, el público llegaba hasta la entrada del escenario. En general en la Argentina se usa a la italiana, con patas, con telón, y el público no llega hasta la entrada, sino que está de frente en su totalidad. Nosotros entrábamos entre la gente. Y encarar un texto así es fantástico, yo ya había visto textos clásicos con Szuchmacher: tragedia griega, Shakespeare, siglo de oro español. Me tocó el personaje de Lady Ana, que se casa con Ricardo III. Él le mata al marido, ella viene con el féretro, acusándolo de asesino, y en esa misma escena ella pasa de acusarlo y odiarlo a tenerle miedo, aflojar, permitir que él lleve el féretro y acepta un anillo y la propuesta de casamiento. Parece un delirio, pero está tan bien escrito que es verosímil. Y es un gran desafío para un artista interpretar el arco que da el personaje en una misma escena. Me encanta que sea un texto que se haya hecho en tantas partes del mundo, durante tantos años y con tantos actores, me encanta ser parte de eso que es mucho más grande que cada uno de nosotros.

¿Y ahora qué te gustaría que te surja?
No sé... el año pasado se me dieron cosas muy distintas y muy interesantes: en Reinas hice de policía, manejaba armas, utilizaba un vocabulario específico policial y de investigación, no se me hubiera ocurrido nunca. Filmaba de lunes a viernes allá y volvía sábado y domingo para hacer Ricardo III. En El encuentro de Guayaquil interpreto a Magdalena Mendoza, una de las damas del sol: era una orden de mujeres que se encargaba de recaudar para la campaña de independencia, pero robando, extorsionando. Lo que me encanta de la profesión es que me permite acceder a mundos a los que quizás no hubiese llegado de otra manera.

También filmaste “Corazón muerto”...
Sí, una producción super independiente. Nunca había hecho una película de terror y de hecho no me gusta el género. Al principio no me cerraba la propuesta, tenía un poco de prejuicio. Yo le dije al director, Mariano Cattáneo, que no entendía por qué me llamaba a mí, y me convenció. Es un amante del cine de terror, me habló de películas, me recomendó que viera determinadas obras, me pidió que leyera el guión. Hay algunos actores que se repiten en películas de terror, y quería a alguien que nunca hubiese estado. Se grabó el tema central de la película con una cantante lírica finlandesa, de una banda de metal lírico.

¿De qué trata?
Hay dos historias paralelas: la de la banda de secuestradores y por otro lado la de dos personajes, el mío y el de mi pareja. Mi personaje es medio border, es una mina con una personalidad muy extrema, casi con problemas psíquicos, siempre a punto de explotar, una persona que necesita atención y que se le pasa generando conflicto en torno a sí misma. Cuando yo lo hice, traté de entenderla, para poder hacer la interpretación. La película tiene una trama de suspenso.

¿Qué podés decir de La deriva?
Se estrenó el 10 de febrero, en el teatro El extranjero. La directora es una amiga, Andrea Marrazzi, a quien invitaron a un festival llamado El porvenir, de directores sub-30, y decidió terminar este texto para esa ocasión, con una versión acortada. Luego se hizo la obra completa.

¿Cuál es el argumento?

Hay una pareja de entre 30 y 40 años que está en crisis, y se va al Tigre como parte de las actividades que hacen para tratar de salir de esa crisis. Es una comedia con tintes dramáticos. Van en temporada baja, llueve, se inunda, quedan varados, van a un hostel espantoso. Empieza ahí una trama policial, porque creen que pasa algo raro y sospechan del tipo que tiene el hostel y de su hijastra, empiezan a formular especulaciones, se dan situaciones ridículas. La obra, sobre todo, habla acerca de la imposibilidad de dejar ir, de poder entender que hay cosas que no van más.

lunes, 16 de marzo de 2015

Fotos, retratos, y otras fantasías

Encapsulados en una isla.
Discusiones sin demasiado sentido en un muelle,
mientras el río golpea sin mucha fuerza en la escollera de cemento y piedra.
El cielo se cierra, se hunde y encorva, gris, negro, violento
La pared descascarada lo mira a él, que cree mirar,
cree ser quien mira...
Encapsulamiento insular.

Porque todo es o parece tristemente una representación
una mera ilusión... o una caricatura
que ni siquiera bosquejamos pero que nos fue entregada
y recibimos gustosos.
Si nadie nos ve, ¿la experiencia no vale?
¿Existe lo que no es percibido y/o juzgado?

Vale menos la experiencia que la anécdota,
que la etiqueta,
la marca de agua que nos precede, nos excede
y nos verá pasar.

Un retrato, una foto,
algún sello de identidad,
que al ser revelado,
al desnudarse,
pone al descubierto
soledad y vacío,
envueltos en las ropas
de la satisfacción,
de la plenitud...
de la autocomplacencia
y la búsqueda externa de complicidad y aprobación.

Cuando las palabras no hacen eco...
o lo hacen pero no en la forma de un sonido agradable,
sino de un ruido apenas soportable.
Cuando no se encuentran entre sí,
o cruzan por caminos intrincados, laberínticos,
infranqueables...

Es menos lo que saben algunos sobre lo que quieren
que sobre lo que quieren para su retrato.
Es menos lo que saben algunos sobre sí
que sobre el retrato que se fabrican.

Y así, todo puede en un momento reducirse a la voluntad
de generar la capacidad
para desarrollar una cápsula que envuelva,
cuando sea necesario cortar con las amarras
que desde afuera tensionan los músculos.
Y por un rato sacarse el cerebro,
para que no moleste.

Somos tan chicos
frente al mundo,
frente a la cultura,

frente a las fantasías y los mitos...

viernes, 27 de febrero de 2015

La penumbra y la mañana

Encorsetado por el pasado,
la mitad de los recuerdos para cada uno,
ensaya mientras tanto estrategias de supervivencia,
acción y efecto,
en busca de la novedad.
Quiere que el sueño lo cubra.
Se pregunta si es posible atrapar todo lo que circula,
alrededor y por dentro,
en un puño apretado...

Cada palabra tiene dos pesos distintos:
el del que la dice y el del que la escucha.
Excepto cuando esos pesos coinciden.
Y cada palabra pesa distinto según las palabras que la rodean.
Pero a veces nadie asume la antipatía de decir...

Cuando la penumbra gana espacio,
se dice que a veces la fantasía se vive más intensamente que la realidad.
Cuando la penumbra retrocede en la primera mañana,

se dice que de sacrificios está hecho el placer.

martes, 27 de enero de 2015

En un desierto personal

Quién lo ha conducido a llevar esa vida tan abismada,
quién lo contempla, lo permite y lo consiente...
Cómo es que deja aún miradas posarse sobre su sombra,
cómo las voces se amontonan alrededor,
y sus ecos son tambor,
la garganta castigada, la mirada en sombras, cerrada,
el dolor en la sien, la lluvia que solo él parece ver,
la ventana nublada, y la noche tan larga.

Posibilidades infinitas,
un terror que acecha.

En los sentidos, distorsión.
La música,
de fondo,
como si se suspendiera el tiempo.

Su negocio es intimidar,.
No conocen la virtud del silencio.
Si tan solo pudiéramos eliminar los egos,
borrarlos de un golpe,
uno solo”.
La voracidad y el éxito...
hasta que baja la espuma.
Es la muerte la que nos condena

con pesadez.