No está acá,
no está en ningún lugar.
Parpadea,
mueve una pierna,
y la otra.
Las estira,
y estira su cuerpo.
Ni él puede
entrar en sus pensamientos.
Pero se sospecha
que allí habitan muchos fantasmas.
Algunos
fantasmas le susurran que esta vida puede robar su alma.
¡¿Qué saben?! ¡Si nadie pudo ver su alma!
Otros murmuran que es frágil como un papel,
que no puede evitar pensar en todo el tiempo que perdió.
Cuando los
sueños se comprimen,
hay recuerdos
que quedan en la periferia y se pierden.
No podemos
pasarnos toda la vida soñando…
Mordió sus
labios, otra vez.
Suena un teléfono
y rompe el cristal de la satisfacción.
Pero vemos que en realidad no nos altera.
Incluso, después de varios timbres,
elegimos atender.
Para disfrutar del silencio,
primero hay que sumergirse en el ruido.
El sol ya no arde,
la noche aún no llega.
El tiempo está detenido.
Debe resolver exactamente qué hacer
cuando se reanude su marcha,
necesita saber cuándo tiene razón
y cuando se equivoca.
Dudas sobre las propias certezas…
no quiere tener dudas.
Creación fragmentaria…
el miedo de que su voz se pierda en la multitud,
de que su voz sea ninguna voz.
Todo lo que sus ojos pueden ver
puede también escurrirse entre los dedos.
Como si el
tiempo se hubiera suspendido,
estamos a la
espera de que todo se transforme dramáticamente,
en el
medio de una atmósfera opaca y calma.
La luz se obturó y angostó su panorama.
Cada segundo es un siglo de miedo.
Justo cuando tenía decidido avanzar en una dirección,
el camino mostró curvas y desviaciones.
¡La luz, la luz…!
Salí de la luz…
El sonido de las puertas que se cierran
se mezcla con el de las posibilidades.
Juego de balanzas.
En la oscuridad fue descubriendo un encanto,
el de los pasos por encontrar.
No está acá.
Está en los bordes del agua del mar,
entre la profundidad y el aire, de cara al cielo.
A la intemperie…
Si el tiempo fuera solo el transcurrir…
O si al tiempo pudiéramos solaparlo…
Se siente como en un reloj de arena.
Tal vez solo se
trate, por un momento, de subsistir
a un momento de aburrimiento,
de bronca, de tedio.
Sacarse
de encima la cultura.