A principios de noviembre salió
publicada en la revista Área Urbana una
parte de una entrevista al músico Bruno Arias. En este posteo, la
nota completa.
“Los festivales de folclore a veces son más masivos que los del rock”
Por Agustín Vázquez
¿Cómo
es El Carmen, donde naciste? Describilo para cualquier persona que
quiera conocer algo de la localidad y nunca haya estado allí.
Es
un pueblo tranquilo, aunque con el crecimiento poblacional de los
últimos años ya es una ciudad. Se dedica a la cosecha del tabaco,
hay emprendimientos de gusanos para seda. Es una ciudad muy
turística, tiene dos spejos de agua muy lindos para recorrer: el
dique La Ciénaga y el dique Las Maderas. Cerca de allí se encuentra
el pozo de algarrobo, las pircas, en el verano va mucha gente a comer
un asado, a bañarse en el arroyo, pescar pejerreyes. Eso es lo más
atractivo.
Elegí
un lugar para vivir (en el que no hayas vivido).
Me
gustaría vivir en China. Me llama mucho la atención, estaría
buenísimo.
Titulaste
"Kolla en la ciudad" al último álbum. ¿Qué idea (y
cómo) buscaste transmitir con el disco y desde ese título?
Kolla
en la ciudad
es una canción de Néstor Gea y Sergio Castro. Este tema tiene que
ver con la discriminación que sufre la gente de la quebrada de La
Puna, o la gente de Bolivia y Perú que viene a vivir a nuestro país,
a mejorar su calidad de vida, y terminan trabajando como albañiles y
viviendo en una villa. Es una discriminación cultural que pasa de
generación en generación. El concepto general del disco pasa por
reivindicar la lucha de los pueblos originarios de Latinoamérica, a
partir de ritmos y mensajes, con canciones como Caminantes
o Cinco
siglos resistiendo,
que aparece como Jacha Mallku. Éste último fue grabado con banda de
sikuris. Otro ejemplo es Nuestro
mensaje,
que es un tema dedicado a los mapuches.
Hace
poco entrevistamos a Motta Luna, él es de La Banda, una ciudad de
muchos músicos conocidos. Y decía él que todos hacen música
aunque luego no sea esa su profesión, todos tocan guitarra, bombo,
cantan desde chicos, es parte de la cultura familiar. ¿Cómo es en
tu tierra? ¿Qué relación existe del pueblo con la música? Además
de haber dado músicos como Cafrune.
Hay mucho folclore en el aire en la
provincia de Jujuy. Hay mucha diversidad cultural y es como que se
respira folclore constantemente. Por ejemplo, si uno va a un partido
de fútbol allá, las hinchadas tararean alguna canción folclórica,
se escucha un redoblante con ritmo de huayno. Si pasa una procesión
de una virgen, se escuchan un charango, un sikus, una quena, con
melodías de villancico. Además, en mi pueblo, todos los años hay
homenajes a Jorge Antonio Cafrune, él es de El Carmen: vienen los
gauchos en una marcha desde San Salvador, y al llegar al pueblo se
organiza una jineteada. Se escucha folclore en las radios, y sobre
todo en las fiestas patronales y populares se oye la voz de Cafrune,
lo tenemos siempre incorporado. Es natural escuchar una guitarreada,
una copla, a algún borracho que sale con una baguala a las seis o
siete de la mañana. Encima El Carmen es tradicionalmente gaucho,
siempre hay peñas y bailes donde se vive la música.
Aunque
a la distancia muchas veces se hable del Norte o NOA como una unidad,
algo bastante homogéneo, tanto en lo musical como en otros elementos
que componen la cultura de cada lugar hay diferencias, contrastes.
Vos mismos has dicho que al principio todos se sorprendían cuando
decías que eras jujeño. ¿Qué es lo más distintivo y
representativo en vos de tu provincia, en relación a las provincias
vecinas (música, estilo, letras, estética artística, etc.)?
En
el folclore siempre se habla de los límites entre Jujuy, Salta,
Tucumán. No lo toman todos como Norte. En Jujuy, lo más
representativo es el ritmo, sobre todo esa influencia que hay de la
música andina. El ritmo madre es el bailecito, también son
importantes el carnavalito, la cueca. Hay mucha influencia de
Bolivia. A la vez, la provincia es muy diversa porque en cada una de
sus cuatro regiones se cantan coplas de distinta forma. Yo siempre
trato de ir a la raíces, busco a los cantautores, a los
compositores, a los poetas de cada lugar y zona, recopilo canciones
que se vienen pasando de generación en generación. Y le doy un
sonido fresco a toda esa herencia que tiene Jujuy: busco cómo tocar
un takirari, un huayno, un carnavalito, y sobre todo, el bailecito.
Después
de más o menos una década de vivir en Buenos Aires, ¿qué es lo
que más te gusta de la ciudad?
Siempre hay diversidad cultural. Hay
espectáculos de lo que sea que uno busque, cualquier rama del arte,
cualquier género. Y no sucede en todas las provincias.
Artísticamente es muy positivo estar en Buenos Aires, abre la cabeza
en muchos aspectos.
¿Cómo
describirías la experiencia de El
Bondi Cultural?
¿Qué importancia le das al hecho de que sean músicos de distintos
lugares del país? Si bien la música es una, universal, la
experiencia y vivencia varían según cada persona y subjetividad. ¿Y
cómo se conformó el grupo tan diverso?
Fue una experiencia muy
positiva. Al rodearse de otros músicos, uno aprende muchas cosas.
Fue la primera producción por fuera de mis proyectos en solitario.
Valoro el intercambio con otras cabezas y pensamientos, implica mucho
para debatir y mediar. Además de mí, participaron siete cantautores
de diferentes provincias (de Tucumán, Santiago del Estero y de
distintas localidades bonaerenses), cada integrante grabó dos
canciones propias e inéditas. Se registró en SADAIC y en AADI, y
tuvo buena difusión.
Creo que es importante que
los integrantes sean del interior, las oportunidades suelen ser para
la gente de las capitales. El Bondi Cultural demuestra que el
folclore está encendido. En las provincias hay numerosos talentos,
que no tienen una estructura económica detrás ni empuje de nadie
para salir adelante. La idea del proyecto es que contenga a cantores
y compositores independientes que puedan así tener su primera
experiencia discográfica.
Es un proyecto que recién
comienza. El ambiente del folclore es un pañuelo, todos sabemos
quiénes somos, quiénes se juegan por la música, quiénes la vienen
remando de verdad desde hace mucho tiempo. A los músicos de El
Bondi Cultural los conozco desde los comienzos, empecé a tocar
con ellos hace 10 u 11 años. Las premisas son simples: que sea gente
comprometida, que ame la música y se juegue por ella, que no sea
solo un hobbie.
¿Y
cuándo sale El
Bondi Cultural 2?
El Bondi Cultural
está un poco frenado porque queríamos gestionarlo desde el
instituto de la música, que pueda ser subsidiado por este medio.
Hace poco se aprobó la Ley de la Música, fuimos a la Casa Rosada:
así como el cine y el teatro ya tienen su instituto, lo mismo
sucederá con la música. Peleamos más de siete años por esta ley.
Ahora el proyecto es hacer El Bondi 2, con 10 cantores y 10
cantoras de provincias que no estuvieron representadas en el primer
Bondi, zonas de la Patagonia y Cuyo, por ejemplo.
Has
dicho que no eras tan afinado antes o que se te criticaba que
cantaras bajito. Sin embargo, noto en algunos temas del último
disco, sobre todo en el tema Kolla
en la ciudad,
una similitud con Gieco. Es una apreciación personal, no sé si te
lo han dicho, ¿qué pensás?
Siempre busco que mi voz y mi estilo
sean muy personales, con la idea de no sonar parecido a nadie.
Respecto a León Gieco, me notan similitud en el mensaje, en la
temática, referencias a los desaparecidos, los pueblos originarios,
el cantar contra la mega-minería a cielo abierto, entre otras
cuestiones. No creo tener una similitud en la voz, pero sí en la
forma de decir las cosas. Es el legado de Víctor Jara, Violeta
Parra, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Cafrune y otros referentes.
Venimos de ese paño.
A
diferencia de otros géneros, resulta importante en el folclore
señalar de dónde es cada músico, ¿por qué?
Yo creo que cada músico dice de dónde
viene porque cada lugar tiene un folclore distinto. Tiene que ver con
la diversidad de Latinoamérica, y dentro de cada país en
particular. En la Argentina hay muchos ritmos distintos. Con saber de
dónde es el que toca, uno se imagina qué música puede llegar a
interpretar. Si es de La Pampa o de Buenos Aires, uno imagina una
milonga, un estilo, una huella; si es del norte, un bailecito, un
carnavalito, un huayno; si es de Santiago, una chacarera; si es del
sur, un loncomeo. Es una suerte de carta de presentación. De todas
formas, creo que la música no tiene fronteras ni divisiones, ese es
un pensamiento antiguo y conservador que se viene transmitiendo. Uno
tiene que hacer la música que quiera donde quiera.
¿Sos
de escuchar mucha música, te considerás melómano y ecléctico?
¿Qué estás escuchando actualmente? ¿Sos de escapar un poco a los
ritmos folclóricos a la hora de escuchar a otros?
Vivo comprando discos y vivo comprando
dvd´s de música. Aparte escucho de todo, no me encierro. Antes
escuchaba más folclore, ahora puedo escuchar desde música brasileña
hasta un disco de Iron Maiden, algún clásico del jazz, pasar de
Linkin Park a Sting, y así permanentemente. Ahora estoy escuchando
bastante a un músico brasileño que viene tocando hace mucho años,
se llama Lenine. Y también le he prestado atención a Daft Punk.
Siempre escapo del folclore, pero todo el tiempo recibo discos del
género, así que escapar no se puede.
¿Qué
es lo que más te interesa de las fusiones de géneros? No resulta
extrañar leer o escuchar que la música popular muchas veces se
repite. ¿Creés, en este sentido, que la fusión y la mixtura es la
forma de escapar a cierto revival?
Es importante que haya un cruce de
géneros, folclore con otras músicas, con jazz por ejemplo. No me
encierro en la pureza tradicional. Eso no va a hacer que trascienda
determinado género, ni tampoco creo en las fórmulas para que la
música crezca, sino que todo tiene que ver con cada intérprete.
Como decía Atahualpa Yupanqui: “Que la forma sea nacional y el
idioma, universal”. Yo voy para ese lado. No me molesta que haya
cruces y fusiones, pero lo puro y rústico propio de cada lugar a
veces es difícil de fusionar con otra cosa. Y lo que realmente hace
que la música cambie y evolucione es el sentir y el aire fresco que
cada intérprete y compositor le da.
Has
participado de luchas sociales en las provincias contra el avance de
actividades económicas invasivas y dañinas como puede ser la
mega-minería. Y también acompañado proyectos y causas populares.
Te pregunto, ya que has explicitado en parte tu pensamiento en muchos
temas, y en relación a la actualidad socio-política del país: ¿Por
qué es tan difícil salir de la dicotomía kirchnerismo-anti
kirchnerismo? Si tuvieras que imaginar, en un futuro no muy lejano,
cinco, 10 o 15 años, una Argentina un poco mejor, ¿en qué creés
que puede evolucionar y de qué manera? Teniendo en cuenta el rol del
Estado pero también el involucramiento de la sociedad y de las
comunidades.
Es complicado opinar. Yo quiero ser un
cantor popular, trato de estar donde siento que la causa es justa,
independientemente de que tenga algo que ver con un gobierno o con
sectores que están contra. Me parece que la única forma de que haya
un cambio es que la gente se involucre cada vez más militando, si
todos nos quedamos criticando desde nuestras casas no va a pasar
nada.
Siento que hay una gran asignatura
pendiente con los pueblos originarios y con los recursos naturales,
pero no solo en este país, pasa en Latinoamérica y en el mundo.
Ojalá que en un futuro podamos mejorar en esos aspectos.
A
veces se pone sobre la mesa el debate acerca del involucramiento
político desde el arte. Hay quienes sostienen, como el Indio Solari,
que "el arte no debe traducirse a códigos más ideologizados",
como que pierde pulsión artística, sin desmerecer, claro, el
compromiso político que pueda existir por otro lado. ¿Podríamos
pensar en la existencia o búsqueda de una delgada línea que no sea
ni el arte que no tenga nada que ver con los problemas sociales ni el
que es muy explícito?
Yo creo que cada artista tiene que
hacer lo que siente. Si se quiere ser político con el arte, está
bien. Yo trato de cantarle a todo: a un paisaje, a la gente de un
lugar y sus vivencias, o involucrarme con temas que suceden
actualmente. Y si la música puede ayudar, buenísimo. Ya lo hicieron
los grandes referentes que nombré antes: Violeta Parra, Jara, y
demás.
De
chico hacías bicicross y jugaste al básquet. Si no fueras músico,
¿qué creés que estarías haciendo? ¿Imaginabas una vida ligada al
deporte?
Mirá, nunca fui un deportista muy
destacado, así que no creo que si no fuera músico estaría haciendo
deporte. Tal vez estaría viviendo de la discordia humana: de
abogado, o de escribano, como decía que quería ser de chico,
¡aunque ni sabía qué era un escribano!. Pero toda mi infancia la
viví sin estructuras, sin proyectarme, atento a lo que fuera
saliendo en el momento.
A
veces parece que la masividad está reservada para la cultura rock.
En River han tocado Serú Girán, Fito Páez, Soda Stereo, Los
Redondos, La Renga, Los Piojos, Bersuit, Los Fabulosos Cadillacs.
¿Imaginás que el ámbito del folclore pueda llegar a esas escalas?
Hay grupos de rock que tocan muy poco
durante el año y llenan estadios, como el Indio, como La Renga. Pero
los festivales de folclore a veces son más masivos que los del rock.
Y hay artistas como el Chaqueño Palavecino o Abel Pintos que tocan
varios fines de semana seguidos, varios días seguidos, con 15 mil,
20 o 30 mil, y si se cuenta todo un mes, reúnen a más gente que el
rock. Lo que pasa es que tocan muy seguido y mucho. Si dieran pocos
shows al año, seguramente coparían estadios de fútbol. Sin
embargo, estaría bueno que el folclore se muestre en esos lugares
también.
El
año pasado, cuando tocaste en Groove, terminaste el show cantando en
la calle, ¿qué se te dio por hacerlo? ¿Lo tenías pensado?
Cuando tocamos en Groove, se dio que se
nos acabó el tiempo en el escenario, y la gente estaba con tantas
ganas que se nos ocurrió salir a la calle a tocar para seguir la
fiesta. Pero no estuvo pensado, se dio espontáneamente. Después se
dio en otros recitales, como en La Trastienda.
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