Todos
los grandes baluartes ya se han bajado de este tren,
existe
el riesgo de que queden voces sin portadores.
Todas
las cosas que no discutimos.
Todas
las que no se discutieron.
Las
fronteras de la tolerancia suelen ser inciertas.
En
tu ladrar se huele la desesperación.
Pican
los pasos de la urgencia,
vagón
tras vagón,
los
ojos cada vez más abiertos,
pozos
sin fondo.
Los
pies, certeros, pero no los ojos.
La
transpiración fría sacude los brazos al detenerse,
la
agitación se contiene,
los
ojos se entornan ahora.
Ese
misterio, esa llama, esa elegancia, esa voracidad.
Unos
especímenes muy raros.
Todas
las cosas que no discutimos.
Todas
las que no se discutieron,
hasta
ahora.
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