Una
foto que baila frente a mí,
tan
solo ante mis ojos, ahí nomás,
con
insolencia y complicidad.
Los
recuerdos se contradicen a empujones
y
patadas, pero en silencio,
un
silencio atronador
que
da jaqueca.
Las
fotos no siempre guiñan un ojo
al
que las mira.
Nos
devuelven algo que es como el polvo
que
levanta una camioneta en un camino de tierra
por
el desierto seco y silencioso.
Y
nos pueden raspar
como
lo hacen los bordes hostiles
de
ciertas plantas
y
de las hojas menos risueñas.
Cuando
cae la tarde,
se
mezcla niebla,
se
esconde la luz,
ahí
aparecen certezas agrias.
Esto
ha sido con sangre de mártir
No
lo sé pero lo sospecho
No
tengo pruebas pero lo sé...
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