Sonido
generacional
El
quinteto exhibe su cuarto álbum de estudio, Lo que más
querés, que tiene a
Química
como principal corte de difusión. La banda quiere llegar a un
público coetáneo, al que ve huérfano de referentes.
Por Agustín
Vázquez
Algo
menos de una década en la escena, cuatro discos editados y
muchísimas horas de gira, por la Argentina y también a lo largo y
ancho del continente, incluyendo países como Chile,
Perú, Uruguay, Colombia, México y Paraguay. Con canciones como
Química y Delivery
de Milagros, el nombre de Banda
de Turistas inexorablemente va ganando aún más popularidad. Dos de
los cinco integrantes del grupo, el bajista Bruno Albano y el
guitarrista Luis Balcarce, dialogaron sobre el momento que atraviesan.
¿Qué expectativas tenían con el
disco y cómo está respondiendo?
Bruno: Nunca se tienen muchas al
momento de hacer el disco. Y la primera expectativa que surge es la
de superarte, compositiva y musicalmente. Cuando las canciones
empiezan a tomar forma y toman una dirección, ahí sí se piensa en
el concepto del álbum y en todo lo que pueda pasar después. Lo
curioso es que nosotros ya teníamos la canción Química
sonando antes de grabar el disco. Habíamos grabado tres canciones
con Juanchi Baleirón, se cortó Química
en octubre del año pasado aproximadamente, y el disco lo empezamos a
grabar en enero. Sí surgió una inquietud diferente porque había
algo previo y había que hacer un disco que completara esa canción.
Luis: En los ´60
pasaba eso, una banda grababa un simple, si el tema estaba bien,
recibían apoyo para grabar un disco. Nos gustó jugar ese juego.
Logramos hacer un disco bastante ecléctico, por la variedad real.
Intentamos hacer de cada canción un estilo, una composición
diferente. Bruno y Tomás escribieron las letras, con enfoques
distintos, paisajes diferentes. En el álbum encontrás de todo:
balada, electrónica, dark... y Química es un tema netamente
popular, que superó lo que esperábamos. Hay temas, como Lagrimal,
que veo que pueden ser de una banda abajo de un sótano, con un
espíritu muy under. Encaramos el disco de manera desprejuiciada,
independientemente de lo que pide la industria, de las etiquetas. La
idea es romper conceptos. Se hizo con amor, entrega y esa cuota de
profesionalismo que hace que todo suene bien.
Habían
acumulado entre 40 y 50 temas, ¿fue difícil elegir sacar tantos? ¿y
con qué criterio?
Bruno: Hubo un año
de composición, desde fines de 2012 hasta fines de 2013. Queríamos
ver hasta dónde podíamos llegar con la composición y en un momento
nos dimos cuenta de que teníamos cerca de 50 canciones. Empezamos el
2014 haciendo un proceso de elección, había temas que tenían una
personalidad un poco ajena a lo que estábamos buscando. Queríamos
canciones con una impronta más accesible. Nos juntamos con Tuta
Torres, productor del disco, quien nos ayudó a elegir. Trabajamos
unas 15, y después quedaron 10, que eran las mejores para Banda de
Turistas en ese momento.
Luis: El desafío
era identificar cuáles eran esas puntas de lanzas -las canciones-
para mostrarnos ante el mundo. Y tenía que ser algo acotado. En este
mundo de sobreinformación, sacar un disco de 50 canciones sería
suicida.
Solo Calamaro lo
hizo: sacó 103 con los cinco discos de El Salmón.
Luis: Claro, pero
él ya tenía su trayectoria, su nombre.
Buscaban
canciones más accesibles y que interpelaran desde lo físico. ¿Tiene
que ver con la época? ¿Cómo es tocarlo en vivo, gana fuerza?
Bruno: Podíamos
hacer un disco instrumental, o de una hora y media, pero solo nos iba
a gustar a nosotros. E íbamos a quedar como unos locos. Eso ya lo
hicimos, ahora queremos hacer la locura más accesible para que
cierta generación, la nuestra, se vea representada por estos valores
estéticos. Hay una generación caracterizada por algo de desdén
hacia el mundo, por la modernidad, algo perdida y sin referentes.
¿Hay un vacío
de referentes?
Luis: Hay un vacío
generacional. En el rock argentino hay un hueco.
Bruno: Ya no hay
figuras con una mística y un misterio como podía ser el Indio
Solari en los ´80. Y de hecho ya no le es necesaria a la gente,
pueden ver detrás de eso ya. Se cambió el panorama de lo que es el
ídolo, el mito. En cierta medida me parece que está bien, pero no
hay algo superador tampoco.
Tal vez hay una
generación sub-30, pero con un techo de cristal...
L: Hay una
ebullición de bandas nuevas, eso nos gusta. En 2005, 2006, no había
ni la cuarta parte de las que hay hoy.
B: En esa época
íbamos a ver a La Patrulla Espacial, a Prieto viaja al cosmos con
Mariano, a El mató a un policía motorizado. Lo que nos duele es que
talentos hay un montón, pero a veces no hay tantos oídos para eso.
Queremos ser referentes de esta generación.
¿Qué es lo
nuevo?
B: Creo que lo
único que vale hoy en día es el talento. Porque las herramientas
las puede tener cualquiera, hay miles de pibes que graban y suben a
internet. El talento va a hacer que sobresalgan. Y hay un montón de
bandas que entienden esta lectura: Ministerio de Energía, Los brazos
largos, Indios. Hay grupos experimentales, pop, de todo tipo. El tema
es que vivimos en una cultura que depende mucho del tiempo de
asimilación para aceptar a una banda, eso implica que se necesiten
10 años para que una banda sea parte de la cultura popular. En
nuestro caso, recién ahora nos conoce bastante gente, y tenemos un
respaldo, no es que se trata de un primer disco, con una canción
como Química, y el resto que gira en torno a ella como una ansiedad
pop pegajosa.
L: Lo que se impone
es lo que tiene contenido, que implica una búsqueda de verdad. No es
la cultura Twitter, que está buenísimo para difundir lo tuyo, pero
no todo pasa por ahí. Hay quienes piensan que por tener seguidores
en Facebook ya son famosos, hay muchos músicos confundidos. Se trata
de llenarse el alma de lo que nos conmueva para luego poder
espejarlo. Si empezamos a pensar en 140 caracteres, estamos
reduciendo nuestra capacidad: ¿Quién te quita la gloria de leer un
libro, de usar la imaginación? El paradigma va mutando en función
de la tecnología, pero no vemos los discos como algo express, los
pensamos a la vieja usanza. Hace poco leí un artículo que me gustó
mucho, de Nicholas Carr, titulado “Is Goggle making us stupid?”,
en el que plantea que el hecho de obtener la información en un
segundo nos lleva a ejercitar menos nuestra inteligencia, a no hacer
un esfuerzo de lectura, por comodidad. Más allá de determinadas
herramientas tecnológicas, hay cosas que estuvieron siempre: la
literatura, la poesía, la música. Cambia lo otro, la industria,
pero eso siempre está.
Lo loco es que a
ustedes ya se los mencionaba cuando tenían solo 20 años.
B: Cuando nosotros
empezamos a apasionarnos por la música, todavía no existía el boom
de internet de bajar y bajar discos Íbamos a las disquerías,
veíamos las tapas, íbamos al Parque Centenario, intercambiábamos
vinilos, nos juntábamos los sábados a la noche a escuchar vinilos
enteros hasta las seis de la mañana. Escuchábamos música
experimental, música alemana, rock, psicodélica. Yo no sé cuánta
gente hoy en día conoce la tapa de los discos que escucha.
B: Con todas las
herramientas que hay hoy en día, se supone que la gente debería ser
más sabia que lo que era hace 300 años y me parece que no es así.
L: Está todo dado
para que pensemos que enseguida vamos a ser famosos y exitosos.
¿Les han pesado
en algún momento las comparaciones? ¿Por ejemplo, con Babasónicos?
B: La
gente siempre tiende a etiquetar para sentirse más cómoda al
momento de comprender, así que nos genera como una resignación más
que una molestia. Con Babasónicos tenemos una influencia, una
afinidad real. Íbamos a verlos, los conocemos. Las canciones tienen
un punto de partida similar al modo en que ellos conciben la música,
nos enseñaron a cantar en castellano la música que escuchamos de
afuera. No nos molesta. Mucha gente sí o sí necesita compararte
para entenderte.
L: A la larga vamos
a demostrar que somos más que una banda similar a Babasónicos,
nuestra carrera es más extensa que eso.
B: Nos parecemos en
cuanto a la lectura que hacemos de la poesía. En un encuentro con
Adrián (Dárgelos), me recomendó un libro que le había volado la
cabeza, y me pasó algo parecido. Nosotros a ellos los admiramos. Y
ahora volvimos a trabajar con Tuta: él trabajó en nuestro primer
disco, estaba en Los Látigos, y años después se sumó a
Babasónicos como bajista. Es la única persona que entiende nuestra
visión de la música y nuestra visión humana, y sabe cómo
complementarnos sin que lo tengamos que hacer nosotros, situación
que podría llevar a inconvenientes.
L: Es una voz
respetada por todos nosotros.
B: ¿Quién podía
ayudarnos a elegir entre esas 50 canciones? Era él. Además, cada
uno de nosotros tiene su manera de entender la composición y la
producción, y todos proponemos y escuchamos. ¿Cómo equilibrar esas
cinco visiones en una canción de tres minutos y medio? Hicimos el
intento y nos dimos cuenta de que las canciones deberían ser de 30
minutos, o hacer muchos temas más. Tuta representa un oído
externo-interno.
L: Es muy difícil
bajar las ideas a la realidad.
B: Admeás somos
una banda muy democrática, no toleramos que uno le diga al otro lo
que tiene que hacer. Crecimos a la par, aprendimos a tocar, a
componer, todos juntos. Y aparte es buena una mirada ajena.
¿Lo de Juanchi
Baleirón cómo fue?
L: Hicimos tres
temas y quedaron dos, Química y Por qué será. Jorge Serrano, de
Los Auténticos Decadentes, nos recomendó trabajar con él. Juanchi
había producido Sigue tu camino. Después PopArt nos sugirió lo
mismo. Química empuja la obra de la banda, empuja a otros temas.
Juanchi es un productor pop y Tuta es más rockero, más crudo.
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