jueves, 6 de noviembre de 2014

Entrevista a Banda de Turistas

El texto a continuación es una entrevista realizada a dos de los integrantes del grupo Banda de Turistas. En la edición de noviembre de la revista Billboard Argentina se publicó buena parte de esa charla, que tuvo lugar en una casona devenida sala de ensayo en los límites de los barrios porteños de Monserrat y San Telmo. Acá abajo, va el diálogo (casi) completo.


Sonido generacional

El quinteto exhibe su cuarto álbum de estudio, Lo que más querés, que tiene a Química como principal corte de difusión. La banda quiere llegar a un público coetáneo, al que ve huérfano de referentes.

Por Agustín Vázquez

Algo menos de una década en la escena, cuatro discos editados y muchísimas horas de gira, por la Argentina y también a lo largo y ancho del continente, incluyendo países como Chile, Perú, Uruguay, Colombia, México y Paraguay. Con canciones como Química y Delivery de Milagros, el nombre de Banda de Turistas inexorablemente va ganando aún más popularidad. Dos de los cinco integrantes del grupo, el bajista Bruno Albano y el guitarrista Luis Balcarce, dialogaron sobre el momento que atraviesan.

¿Qué expectativas tenían con el disco y cómo está respondiendo?
Bruno: Nunca se tienen muchas al momento de hacer el disco. Y la primera expectativa que surge es la de superarte, compositiva y musicalmente. Cuando las canciones empiezan a tomar forma y toman una dirección, ahí sí se piensa en el concepto del álbum y en todo lo que pueda pasar después. Lo curioso es que nosotros ya teníamos la canción Química sonando antes de grabar el disco. Habíamos grabado tres canciones con Juanchi Baleirón, se cortó Química en octubre del año pasado aproximadamente, y el disco lo empezamos a grabar en enero. Sí surgió una inquietud diferente porque había algo previo y había que hacer un disco que completara esa canción.

Luis: En los ´60 pasaba eso, una banda grababa un simple, si el tema estaba bien, recibían apoyo para grabar un disco. Nos gustó jugar ese juego. Logramos hacer un disco bastante ecléctico, por la variedad real. Intentamos hacer de cada canción un estilo, una composición diferente. Bruno y Tomás escribieron las letras, con enfoques distintos, paisajes diferentes. En el álbum encontrás de todo: balada, electrónica, dark... y Química es un tema netamente popular, que superó lo que esperábamos. Hay temas, como Lagrimal, que veo que pueden ser de una banda abajo de un sótano, con un espíritu muy under. Encaramos el disco de manera desprejuiciada, independientemente de lo que pide la industria, de las etiquetas. La idea es romper conceptos. Se hizo con amor, entrega y esa cuota de profesionalismo que hace que todo suene bien.

Habían acumulado entre 40 y 50 temas, ¿fue difícil elegir sacar tantos? ¿y con qué criterio?
Bruno: Hubo un año de composición, desde fines de 2012 hasta fines de 2013. Queríamos ver hasta dónde podíamos llegar con la composición y en un momento nos dimos cuenta de que teníamos cerca de 50 canciones. Empezamos el 2014 haciendo un proceso de elección, había temas que tenían una personalidad un poco ajena a lo que estábamos buscando. Queríamos canciones con una impronta más accesible. Nos juntamos con Tuta Torres, productor del disco, quien nos ayudó a elegir. Trabajamos unas 15, y después quedaron 10, que eran las mejores para Banda de Turistas en ese momento.

Luis: El desafío era identificar cuáles eran esas puntas de lanzas -las canciones- para mostrarnos ante el mundo. Y tenía que ser algo acotado. En este mundo de sobreinformación, sacar un disco de 50 canciones sería suicida.

Solo Calamaro lo hizo: sacó 103 con los cinco discos de El Salmón.
Luis: Claro, pero él ya tenía su trayectoria, su nombre.

Buscaban canciones más accesibles y que interpelaran desde lo físico. ¿Tiene que ver con la época? ¿Cómo es tocarlo en vivo, gana fuerza?
Bruno: Podíamos hacer un disco instrumental, o de una hora y media, pero solo nos iba a gustar a nosotros. E íbamos a quedar como unos locos. Eso ya lo hicimos, ahora queremos hacer la locura más accesible para que cierta generación, la nuestra, se vea representada por estos valores estéticos. Hay una generación caracterizada por algo de desdén hacia el mundo, por la modernidad, algo perdida y sin referentes.

¿Hay un vacío de referentes?
Luis: Hay un vacío generacional. En el rock argentino hay un hueco.

Bruno: Ya no hay figuras con una mística y un misterio como podía ser el Indio Solari en los ´80. Y de hecho ya no le es necesaria a la gente, pueden ver detrás de eso ya. Se cambió el panorama de lo que es el ídolo, el mito. En cierta medida me parece que está bien, pero no hay algo superador tampoco.

Tal vez hay una generación sub-30, pero con un techo de cristal...
L: Hay una ebullición de bandas nuevas, eso nos gusta. En 2005, 2006, no había ni la cuarta parte de las que hay hoy.

B: En esa época íbamos a ver a La Patrulla Espacial, a Prieto viaja al cosmos con Mariano, a El mató a un policía motorizado. Lo que nos duele es que talentos hay un montón, pero a veces no hay tantos oídos para eso. Queremos ser referentes de esta generación.

¿Qué es lo nuevo?
B: Creo que lo único que vale hoy en día es el talento. Porque las herramientas las puede tener cualquiera, hay miles de pibes que graban y suben a internet. El talento va a hacer que sobresalgan. Y hay un montón de bandas que entienden esta lectura: Ministerio de Energía, Los brazos largos, Indios. Hay grupos experimentales, pop, de todo tipo. El tema es que vivimos en una cultura que depende mucho del tiempo de asimilación para aceptar a una banda, eso implica que se necesiten 10 años para que una banda sea parte de la cultura popular. En nuestro caso, recién ahora nos conoce bastante gente, y tenemos un respaldo, no es que se trata de un primer disco, con una canción como Química, y el resto que gira en torno a ella como una ansiedad pop pegajosa.

L: Lo que se impone es lo que tiene contenido, que implica una búsqueda de verdad. No es la cultura Twitter, que está buenísimo para difundir lo tuyo, pero no todo pasa por ahí. Hay quienes piensan que por tener seguidores en Facebook ya son famosos, hay muchos músicos confundidos. Se trata de llenarse el alma de lo que nos conmueva para luego poder espejarlo. Si empezamos a pensar en 140 caracteres, estamos reduciendo nuestra capacidad: ¿Quién te quita la gloria de leer un libro, de usar la imaginación? El paradigma va mutando en función de la tecnología, pero no vemos los discos como algo express, los pensamos a la vieja usanza. Hace poco leí un artículo que me gustó mucho, de Nicholas Carr, titulado “Is Goggle making us stupid?”, en el que plantea que el hecho de obtener la información en un segundo nos lleva a ejercitar menos nuestra inteligencia, a no hacer un esfuerzo de lectura, por comodidad. Más allá de determinadas herramientas tecnológicas, hay cosas que estuvieron siempre: la literatura, la poesía, la música. Cambia lo otro, la industria, pero eso siempre está.

Lo loco es que a ustedes ya se los mencionaba cuando tenían solo 20 años.
B: Cuando nosotros empezamos a apasionarnos por la música, todavía no existía el boom de internet de bajar y bajar discos Íbamos a las disquerías, veíamos las tapas, íbamos al Parque Centenario, intercambiábamos vinilos, nos juntábamos los sábados a la noche a escuchar vinilos enteros hasta las seis de la mañana. Escuchábamos música experimental, música alemana, rock, psicodélica. Yo no sé cuánta gente hoy en día conoce la tapa de los discos que escucha.

B: Con todas las herramientas que hay hoy en día, se supone que la gente debería ser más sabia que lo que era hace 300 años y me parece que no es así.

L: Está todo dado para que pensemos que enseguida vamos a ser famosos y exitosos.

¿Les han pesado en algún momento las comparaciones? ¿Por ejemplo, con Babasónicos?
B: La gente siempre tiende a etiquetar para sentirse más cómoda al momento de comprender, así que nos genera como una resignación más que una molestia. Con Babasónicos tenemos una influencia, una afinidad real. Íbamos a verlos, los conocemos. Las canciones tienen un punto de partida similar al modo en que ellos conciben la música, nos enseñaron a cantar en castellano la música que escuchamos de afuera. No nos molesta. Mucha gente sí o sí necesita compararte para entenderte.

L: A la larga vamos a demostrar que somos más que una banda similar a Babasónicos, nuestra carrera es más extensa que eso.

B: Nos parecemos en cuanto a la lectura que hacemos de la poesía. En un encuentro con Adrián (Dárgelos), me recomendó un libro que le había volado la cabeza, y me pasó algo parecido. Nosotros a ellos los admiramos. Y ahora volvimos a trabajar con Tuta: él trabajó en nuestro primer disco, estaba en Los Látigos, y años después se sumó a Babasónicos como bajista. Es la única persona que entiende nuestra visión de la música y nuestra visión humana, y sabe cómo complementarnos sin que lo tengamos que hacer nosotros, situación que podría llevar a inconvenientes.

L: Es una voz respetada por todos nosotros.

B: ¿Quién podía ayudarnos a elegir entre esas 50 canciones? Era él. Además, cada uno de nosotros tiene su manera de entender la composición y la producción, y todos proponemos y escuchamos. ¿Cómo equilibrar esas cinco visiones en una canción de tres minutos y medio? Hicimos el intento y nos dimos cuenta de que las canciones deberían ser de 30 minutos, o hacer muchos temas más. Tuta representa un oído externo-interno.

L: Es muy difícil bajar las ideas a la realidad.

B: Admeás somos una banda muy democrática, no toleramos que uno le diga al otro lo que tiene que hacer. Crecimos a la par, aprendimos a tocar, a componer, todos juntos. Y aparte es buena una mirada ajena.

¿Lo de Juanchi Baleirón cómo fue?

L: Hicimos tres temas y quedaron dos, Química y Por qué será. Jorge Serrano, de Los Auténticos Decadentes, nos recomendó trabajar con él. Juanchi había producido Sigue tu camino. Después PopArt nos sugirió lo mismo. Química empuja la obra de la banda, empuja a otros temas. Juanchi es un productor pop y Tuta es más rockero, más crudo.