viernes, 29 de noviembre de 2013

Entrevista a Bruno Arias

A principios de noviembre salió publicada en la revista Área Urbana una parte de una entrevista al músico Bruno Arias. En este posteo, la nota completa.


Los festivales de folclore a veces son más masivos que los del rock”


Por Agustín Vázquez


¿Cómo es El Carmen, donde naciste? Describilo para cualquier persona que quiera conocer algo de la localidad y nunca haya estado allí.
Es un pueblo tranquilo, aunque con el crecimiento poblacional de los últimos años ya es una ciudad. Se dedica a la cosecha del tabaco, hay emprendimientos de gusanos para seda. Es una ciudad muy turística, tiene dos spejos de agua muy lindos para recorrer: el dique La Ciénaga y el dique Las Maderas. Cerca de allí se encuentra el pozo de algarrobo, las pircas, en el verano va mucha gente a comer un asado, a bañarse en el arroyo, pescar pejerreyes. Eso es lo más atractivo.

Elegí un lugar para vivir (en el que no hayas vivido).
Me gustaría vivir en China. Me llama mucho la atención, estaría buenísimo.

Titulaste "Kolla en la ciudad" al último álbum. ¿Qué idea (y cómo) buscaste transmitir con el disco y desde ese título?
Kolla en la ciudad es una canción de Néstor Gea y Sergio Castro. Este tema tiene que ver con la discriminación que sufre la gente de la quebrada de La Puna, o la gente de Bolivia y Perú que viene a vivir a nuestro país, a mejorar su calidad de vida, y terminan trabajando como albañiles y viviendo en una villa. Es una discriminación cultural que pasa de generación en generación. El concepto general del disco pasa por reivindicar la lucha de los pueblos originarios de Latinoamérica, a partir de ritmos y mensajes, con canciones como Caminantes o Cinco siglos resistiendo, que aparece como Jacha Mallku. Éste último fue grabado con banda de sikuris. Otro ejemplo es Nuestro mensaje, que es un tema dedicado a los mapuches.

Hace poco entrevistamos a Motta Luna, él es de La Banda, una ciudad de muchos músicos conocidos. Y decía él que todos hacen música aunque luego no sea esa su profesión, todos tocan guitarra, bombo, cantan desde chicos, es parte de la cultura familiar. ¿Cómo es en tu tierra? ¿Qué relación existe del pueblo con la música? Además de haber dado músicos como Cafrune.
Hay mucho folclore en el aire en la provincia de Jujuy. Hay mucha diversidad cultural y es como que se respira folclore constantemente. Por ejemplo, si uno va a un partido de fútbol allá, las hinchadas tararean alguna canción folclórica, se escucha un redoblante con ritmo de huayno. Si pasa una procesión de una virgen, se escuchan un charango, un sikus, una quena, con melodías de villancico. Además, en mi pueblo, todos los años hay homenajes a Jorge Antonio Cafrune, él es de El Carmen: vienen los gauchos en una marcha desde San Salvador, y al llegar al pueblo se organiza una jineteada. Se escucha folclore en las radios, y sobre todo en las fiestas patronales y populares se oye la voz de Cafrune, lo tenemos siempre incorporado. Es natural escuchar una guitarreada, una copla, a algún borracho que sale con una baguala a las seis o siete de la mañana. Encima El Carmen es tradicionalmente gaucho, siempre hay peñas y bailes donde se vive la música.

Aunque a la distancia muchas veces se hable del Norte o NOA como una unidad, algo bastante homogéneo, tanto en lo musical como en otros elementos que componen la cultura de cada lugar hay diferencias, contrastes. Vos mismos has dicho que al principio todos se sorprendían cuando decías que eras jujeño. ¿Qué es lo más distintivo y representativo en vos de tu provincia, en relación a las provincias vecinas (música, estilo, letras, estética artística, etc.)?
En el folclore siempre se habla de los límites entre Jujuy, Salta, Tucumán. No lo toman todos como Norte. En Jujuy, lo más representativo es el ritmo, sobre todo esa influencia que hay de la música andina. El ritmo madre es el bailecito, también son importantes el carnavalito, la cueca. Hay mucha influencia de Bolivia. A la vez, la provincia es muy diversa porque en cada una de sus cuatro regiones se cantan coplas de distinta forma. Yo siempre trato de ir a la raíces, busco a los cantautores, a los compositores, a los poetas de cada lugar y zona, recopilo canciones que se vienen pasando de generación en generación. Y le doy un sonido fresco a toda esa herencia que tiene Jujuy: busco cómo tocar un takirari, un huayno, un carnavalito, y sobre todo, el bailecito.

Después de más o menos una década de vivir en Buenos Aires, ¿qué es lo que más te gusta de la ciudad?
Siempre hay diversidad cultural. Hay espectáculos de lo que sea que uno busque, cualquier rama del arte, cualquier género. Y no sucede en todas las provincias. Artísticamente es muy positivo estar en Buenos Aires, abre la cabeza en muchos aspectos.

¿Cómo describirías la experiencia de El Bondi Cultural? ¿Qué importancia le das al hecho de que sean músicos de distintos lugares del país? Si bien la música es una, universal, la experiencia y vivencia varían según cada persona y subjetividad. ¿Y cómo se conformó el grupo tan diverso?
Fue una experiencia muy positiva. Al rodearse de otros músicos, uno aprende muchas cosas. Fue la primera producción por fuera de mis proyectos en solitario. Valoro el intercambio con otras cabezas y pensamientos, implica mucho para debatir y mediar. Además de mí, participaron siete cantautores de diferentes provincias (de Tucumán, Santiago del Estero y de distintas localidades bonaerenses), cada integrante grabó dos canciones propias e inéditas. Se registró en SADAIC y en AADI, y tuvo buena difusión.
Creo que es importante que los integrantes sean del interior, las oportunidades suelen ser para la gente de las capitales. El Bondi Cultural demuestra que el folclore está encendido. En las provincias hay numerosos talentos, que no tienen una estructura económica detrás ni empuje de nadie para salir adelante. La idea del proyecto es que contenga a cantores y compositores independientes que puedan así tener su primera experiencia discográfica.
Es un proyecto que recién comienza. El ambiente del folclore es un pañuelo, todos sabemos quiénes somos, quiénes se juegan por la música, quiénes la vienen remando de verdad desde hace mucho tiempo. A los músicos de El Bondi Cultural los conozco desde los comienzos, empecé a tocar con ellos hace 10 u 11 años. Las premisas son simples: que sea gente comprometida, que ame la música y se juegue por ella, que no sea solo un hobbie.

¿Y cuándo sale El Bondi Cultural 2?
El Bondi Cultural está un poco frenado porque queríamos gestionarlo desde el instituto de la música, que pueda ser subsidiado por este medio. Hace poco se aprobó la Ley de la Música, fuimos a la Casa Rosada: así como el cine y el teatro ya tienen su instituto, lo mismo sucederá con la música. Peleamos más de siete años por esta ley. Ahora el proyecto es hacer El Bondi 2, con 10 cantores y 10 cantoras de provincias que no estuvieron representadas en el primer Bondi, zonas de la Patagonia y Cuyo, por ejemplo.

Has dicho que no eras tan afinado antes o que se te criticaba que cantaras bajito. Sin embargo, noto en algunos temas del último disco, sobre todo en el tema Kolla en la ciudad, una similitud con Gieco. Es una apreciación personal, no sé si te lo han dicho, ¿qué pensás?
Siempre busco que mi voz y mi estilo sean muy personales, con la idea de no sonar parecido a nadie. Respecto a León Gieco, me notan similitud en el mensaje, en la temática, referencias a los desaparecidos, los pueblos originarios, el cantar contra la mega-minería a cielo abierto, entre otras cuestiones. No creo tener una similitud en la voz, pero sí en la forma de decir las cosas. Es el legado de Víctor Jara, Violeta Parra, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Cafrune y otros referentes. Venimos de ese paño.

A diferencia de otros géneros, resulta importante en el folclore señalar de dónde es cada músico, ¿por qué?
Yo creo que cada músico dice de dónde viene porque cada lugar tiene un folclore distinto. Tiene que ver con la diversidad de Latinoamérica, y dentro de cada país en particular. En la Argentina hay muchos ritmos distintos. Con saber de dónde es el que toca, uno se imagina qué música puede llegar a interpretar. Si es de La Pampa o de Buenos Aires, uno imagina una milonga, un estilo, una huella; si es del norte, un bailecito, un carnavalito, un huayno; si es de Santiago, una chacarera; si es del sur, un loncomeo. Es una suerte de carta de presentación. De todas formas, creo que la música no tiene fronteras ni divisiones, ese es un pensamiento antiguo y conservador que se viene transmitiendo. Uno tiene que hacer la música que quiera donde quiera.

¿Sos de escuchar mucha música, te considerás melómano y ecléctico? ¿Qué estás escuchando actualmente? ¿Sos de escapar un poco a los ritmos folclóricos a la hora de escuchar a otros?
Vivo comprando discos y vivo comprando dvd´s de música. Aparte escucho de todo, no me encierro. Antes escuchaba más folclore, ahora puedo escuchar desde música brasileña hasta un disco de Iron Maiden, algún clásico del jazz, pasar de Linkin Park a Sting, y así permanentemente. Ahora estoy escuchando bastante a un músico brasileño que viene tocando hace mucho años, se llama Lenine. Y también le he prestado atención a Daft Punk. Siempre escapo del folclore, pero todo el tiempo recibo discos del género, así que escapar no se puede.

¿Qué es lo que más te interesa de las fusiones de géneros? No resulta extrañar leer o escuchar que la música popular muchas veces se repite. ¿Creés, en este sentido, que la fusión y la mixtura es la forma de escapar a cierto revival?
Es importante que haya un cruce de géneros, folclore con otras músicas, con jazz por ejemplo. No me encierro en la pureza tradicional. Eso no va a hacer que trascienda determinado género, ni tampoco creo en las fórmulas para que la música crezca, sino que todo tiene que ver con cada intérprete. Como decía Atahualpa Yupanqui: “Que la forma sea nacional y el idioma, universal”. Yo voy para ese lado. No me molesta que haya cruces y fusiones, pero lo puro y rústico propio de cada lugar a veces es difícil de fusionar con otra cosa. Y lo que realmente hace que la música cambie y evolucione es el sentir y el aire fresco que cada intérprete y compositor le da.

Has participado de luchas sociales en las provincias contra el avance de actividades económicas invasivas y dañinas como puede ser la mega-minería. Y también acompañado proyectos y causas populares. Te pregunto, ya que has explicitado en parte tu pensamiento en muchos temas, y en relación a la actualidad socio-política del país: ¿Por qué es tan difícil salir de la dicotomía kirchnerismo-anti kirchnerismo? Si tuvieras que imaginar, en un futuro no muy lejano, cinco, 10 o 15 años, una Argentina un poco mejor, ¿en qué creés que puede evolucionar y de qué manera? Teniendo en cuenta el rol del Estado pero también el involucramiento de la sociedad y de las comunidades.
Es complicado opinar. Yo quiero ser un cantor popular, trato de estar donde siento que la causa es justa, independientemente de que tenga algo que ver con un gobierno o con sectores que están contra. Me parece que la única forma de que haya un cambio es que la gente se involucre cada vez más militando, si todos nos quedamos criticando desde nuestras casas no va a pasar nada.
Siento que hay una gran asignatura pendiente con los pueblos originarios y con los recursos naturales, pero no solo en este país, pasa en Latinoamérica y en el mundo. Ojalá que en un futuro podamos mejorar en esos aspectos.

A veces se pone sobre la mesa el debate acerca del involucramiento político desde el arte. Hay quienes sostienen, como el Indio Solari, que "el arte no debe traducirse a códigos más ideologizados", como que pierde pulsión artística, sin desmerecer, claro, el compromiso político que pueda existir por otro lado. ¿Podríamos pensar en la existencia o búsqueda de una delgada línea que no sea ni el arte que no tenga nada que ver con los problemas sociales ni el que es muy explícito?
Yo creo que cada artista tiene que hacer lo que siente. Si se quiere ser político con el arte, está bien. Yo trato de cantarle a todo: a un paisaje, a la gente de un lugar y sus vivencias, o involucrarme con temas que suceden actualmente. Y si la música puede ayudar, buenísimo. Ya lo hicieron los grandes referentes que nombré antes: Violeta Parra, Jara, y demás.

De chico hacías bicicross y jugaste al básquet. Si no fueras músico, ¿qué creés que estarías haciendo? ¿Imaginabas una vida ligada al deporte?
Mirá, nunca fui un deportista muy destacado, así que no creo que si no fuera músico estaría haciendo deporte. Tal vez estaría viviendo de la discordia humana: de abogado, o de escribano, como decía que quería ser de chico, ¡aunque ni sabía qué era un escribano!. Pero toda mi infancia la viví sin estructuras, sin proyectarme, atento a lo que fuera saliendo en el momento.

A veces parece que la masividad está reservada para la cultura rock. En River han tocado Serú Girán, Fito Páez, Soda Stereo, Los Redondos, La Renga, Los Piojos, Bersuit, Los Fabulosos Cadillacs. ¿Imaginás que el ámbito del folclore pueda llegar a esas escalas?
Hay grupos de rock que tocan muy poco durante el año y llenan estadios, como el Indio, como La Renga. Pero los festivales de folclore a veces son más masivos que los del rock. Y hay artistas como el Chaqueño Palavecino o Abel Pintos que tocan varios fines de semana seguidos, varios días seguidos, con 15 mil, 20 o 30 mil, y si se cuenta todo un mes, reúnen a más gente que el rock. Lo que pasa es que tocan muy seguido y mucho. Si dieran pocos shows al año, seguramente coparían estadios de fútbol. Sin embargo, estaría bueno que el folclore se muestre en esos lugares también.

El año pasado, cuando tocaste en Groove, terminaste el show cantando en la calle, ¿qué se te dio por hacerlo? ¿Lo tenías pensado?

Cuando tocamos en Groove, se dio que se nos acabó el tiempo en el escenario, y la gente estaba con tantas ganas que se nos ocurrió salir a la calle a tocar para seguir la fiesta. Pero no estuvo pensado, se dio espontáneamente. Después se dio en otros recitales, como en La Trastienda.

martes, 5 de noviembre de 2013

Como en un túnel de luces y sombras

Péndulo hipnótico que prepara escenario de acción
climáticamente extraña, que recuerda a un sueño
y estimula sentidos e ideas.
Un vaso de un licor ahí cerca.

Un trago cualquiera, una noche calma
al compás de una pluma y en penumbra.
Pero hay un llamado que revienta la serenidad,
cuando se supone que tendría que encender deseos.

Una explosión sísmica en el oscuro corazón de un valle.
¿Quién escuchará?

Caen los melones de almacenes, de alacenas, de cajones, sin algodones que atajen tanto vértigo.

¿Será la crónica de un desmoronamiento?

Casi cerrada una gran ventana, se abre una nueva dentro del marco de la primera, en un rincón.

Si se extingue un puente invisible,
se vuelve a empezar.
Y se buscan en la memoria los trazos de aquel principio.

Siempre en las puertas,
en la penumbra de un borde esperado,
como por dar un salto.

Las palabras derraman por mis dedos
sus sentidos,
sus repercusiones,
hacen temblar
mi tolerancia,
mi fortaleza,
mis convicciones.

Qué veredas, qué pasos,
qué vientos, qué aires.

Van a contar tu carne,
van a pesar tus huesos.
Y sino, te dejarán en soledad.
Solo eso, nada menos.

El territorio de los problemas.

Zapatillas quebradas
quiebran la tierra.
La revuelven
de vivencias
la envuelven.

Cuando peca de inocencia el que peca de maldad,
y viceversa.

La ternura programada es un grotesco.

Armando este rompecabezas...
lo que debe hacerse
incluye lo que no.

Aves que vuelan alto.
Aves que aprenden a volar.
Vuelan alto.


Hay una zona en la que la gloria no tiene competidor.

viernes, 18 de octubre de 2013

Ni fe ni una ilusión

No quiero caer en el agujero de un culto al descrédito,
en el musgo de paredes cavernosas.
Pero no hay pasión en tu estrellato.
Ningún idealismo contiene tu praxis diaria.
El morbo nunca opera sobre lo sano.
Yo hago justicia por todos los que no te quieren

La gracia de la incomodidad es querer evitarla. Y no poder.
Estamos acostumbrados a que el cuchillo lastime,
hay un diablo que mueve la perilla

Nada es más irreductible que la realidad del propio ser.
La felicidad no asume la forma de un campo que orilla el horizonte.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Duelo al tiempo

Salidas de las llamas,
en llamas hacia mares,
en olas despierto,
película del presente
segundo por segundo,
sin memorias,
el presente se hace
grabado perfecto y exacto,
nada será olvidado de ahora en más,
todo vivido lentamente,
sin dolor,
porque ahora el dolor
anticipa que vendrá
y nos encuentra tan fuertes,
sonriendo,
caminando entre aguas,
eludiendo olas.

Capas de pieles se desprenden hacia los pies.
No hay ojos en su cara,
hasta que hay,
y ve,
y mira.
Toma cuerpo
como en un sueño
del que en cualquier momento
se puede despertar.
Y todo con músicas que abrigan la escena,
con arpas,
tambores,
vientos.

Cómo corre en este sueño.
Corre por correr,
no por huir.
Correr por vivir,
hay mucho por andar.
No siente que huye,
pero quiere ganarle al tiempo.
Y eso es heroico,
valiente,

pero puede costar como huir.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Memorias nocturnas

La sangre nos queda en la memoria.

Charcos que alborotan y mezclan aguas y burbujas junto a nuestros pies en una noche.

Manchas de sangre opaca sobreviven escondidas en islas de la memoria.

Nos martillan las fibras justo cuando queremos ignorar al error.
Eludirlo siempre no es posible.

Las sombras como sangres se acercan,
y unidas, vuelan como una flecha
para cortarme el sueño en horas oscuras.
Con la cabeza transpirada, me muevo y no sé si avanzo
por los pasillos de mi casa, que parece un túnel (redondo).

En la mañana más temprana y urgente,
con la transpiración seca y congelada,
dudo de todo. No sé qué es verdad y qué mentira.
Pasado, presente y futuro son una gran incógnita difícil

de digerir.

martes, 16 de julio de 2013

Lo llevo conmigo

El pasado ya no es
ni diablo ni dios
para mí.

El pasado es tan solo
un transcurrir
que me trajo hasta aquí,
y desde aquí voy.

Enfundado en
inquietudes y obsesiones
de las buenas,
en ropajes conocidos,
y otros novedosos
hasta excéntricos
que ayudan a llevar
puesto
y dignamente
este presente perpetuo.

martes, 18 de junio de 2013

Tragedias

Ese fondo está podrido.

Tus zapatos llevan mierda en la suela.
Carne sufriente,
mutilada
arrasada.
Pero también llevás la carga
de un destino con sangre
y desmayos.
Con aire cortado
y ahogos que crujen
en tus ojos.

La tragedia tiene cara de pobreza o de riqueza.
La pobreza y la riqueza pueden tener cara de tragedia.
La pobreza y la riqueza se visten a la tragedia.
La pobreza y la riqueza -en ese orden-

viernes, 31 de mayo de 2013

Entrevista a Antonella Costa

La nota se hizo a fines de marzo y fue editada, parcialmente, en la revista Área Urbana. Acá, la entrevista completa.

Por Agustín Vázquez


Nació en Roma, y también vivió en Córdoba y en Buenos Aires. Con más de 25 películas filmadas, a los 33 años Antonella Costa ya es hace rato exponente del cine argentino en el mundo. Después de tanto rodar, hace solo unos meses descubrió su pasión por la docencia; además, espera el estreno en el país de tres películas que protagoniza, entre ellas Inevitable, la más reciente.


¿Qué te acordás de Roma?
Los recuerdos que tengo de Roma se dividen en dos grupos: unos pocos que me quedaron de la semana que pasamos ahí con mis papás antes de venir a la Argentina, y los que me quedaron de mis viajes a esa ciudad desde los 18 años en adelante. De la primera etapa, rescataría un recuerdo muy vívido que tengo de una noche en la que papá me llevó a Piazza Navona, donde había un festival de música o no recuerdo qué clase de evento. Había mucha gente, todos muy animados, y vendían miles de collares fluorescentes que brillaban en la oscuridad. Todo el mundo tenía de esos collares y papá me dio uno también. Recuerdo esa plaza antigua llena de círculos fluorescentes, sentada en los hombros de papá. Tenía cuatro años. Cuando volvimos a la casa comimos un queso riquísimo con forma de trenza.
De la segunda etapa tengo un recuerdo grabado, es del primer viaje que hice a Roma sola, con 18 años. Mi querido amigo Vincenzo Marra, que hoy es un prolífico director de cine y en esa época fue asistente de dirección de Garage Olimpo, me fue a buscar con su motorino y me llevó a ver la Isola Tiberina, el lugar donde nací. Fue muy emocionante, por supuesto. Inolvidable.
¿Y de Córdoba? ¿En qué ciudades de Córdoba viviste y cómo eran tus días allá?
Viví en Córdoba Capital, unos meses en Barrio Kennedy con la familia de mi tía, y después con mis papás en Alta Córdoba. También vivimos una temporada en Alta Gracia, de donde tengo recuerdos hermosos, de mucha libertad y contacto con la naturaleza. Lo mismo que pasaba en Santa Rosa de Calamuchita, donde pasé las vacaciones de verano e invierno durante unos 10 años. El paisaje de la sierra cordobesa es muy inspirador, accesible y misterioso a la vez. Recuerdo cada detalle, la textura de las piedras, el brillo de la mica, la temperatura del río en cada estación, las cascaditas golpeándome en la espalda durante horas, mientras llegaba un perfume a peperina y manzanilla desde el borde del río. Los renacuajos, los benteveos, los sapos. Recuerdo cruzar descalza la calle de tierra para llegar al río. Fueron los días más felices de mi infancia, y fueron muchos. Un lugar para volver siempre.
¿Cómo fue llegar a Buenos Aires?
La primera vez fue con mi mamá, recién llegadas de Italia, a mis cuatro años. Papá iba a venir unos meses después, y nosotras llegamos solas a esta gran ciudad. Yo nunca había visto algo así. Empezaba una nueva vida, yo era consciente de eso. El gigante porteño me deslumbró. Mamá y yo estábamos en un taxi, que iba por la Avenida 9 de Julio. Yo veía por primera vez en mi vida los cientos de carteles luminosos. En esa época se usaban también unos carteles enormes hechos con lentejuelas, no sé si te acordás, brillaban de acuerdo a cómo les pegaba la luz, algo muy especial para un chico. Yo vi todo eso y quise demostrarle a mamá que estaba bien, que asumía que estábamos acá y que había que adaptarse al cambio. Con mucho esfuerzo pensé y dije mi primera frase en español. Mamá la recordó para siempre y me la decía imitando mi vocecita niña y mi acento italiano: “Mirá mamá las luces, todas para arriba, todas para abajo”.
Yo hablaba de tú, porque en casa, en Italia, recibíamos a muchos chilenos, papá es chileno y todos hablaban de tú. Incluso mamá, que era cordobesa.
Si tuvieras que radicarte en otro lugar del mundo, ¿adónde irías y por qué?
Dependería mucho del momento y las circunstancias. Me siento capaz de vivir en muchos lugares diferentes. Amo a la Argentina, y sin duda tiene ese magnetismo que enamora a los turistas y a los locales -me considero argentina- nos hace sentir esa melancolía al alejarnos. Dentro de la Argentina no dudaría en volver a vivir en Córdoba, especialmente en las Sierras.
Y Lisboa es una ciudad en la que me sentí en casa. Me fascina, me atrae. Supongo que mi gran amiga Leon Pinhao tuvo mucho que ver con esa sensación. Es una gran anfitriona y goza su ciudad con un estilo cotidiano, divertido y curioso. Así me la mostró, y siento que podría vivir allá.
Supongo que al estar de novia con un chileno, viajás más que antes a Chile, ¿cuáles son las principales diferencias que notás entre ambas sociedades (la argentina y la chilena)? ¿Y en lo que respecta al cine de los dos países?
Con respecto a las sociedades supongo que la diferencia más visible es la distancia temporal que tiene cada uno de los dos países con su respectiva dictadura militar. En Chile veo procesos creativos, de liberación, de llegada de información del mundo, que tal vez en Argentina vivimos 10 años antes. Pero esa urgencia que tiene la sociedad chilena por ponerse al día en ese sentido también los hace más ávidos de información, y en el cine creo que condensan procesos, que podrían ser larguísimos, en la experiencia de un par de años.
La Argentina es más desordenada pero menos prejuiciosa, menos temerosa del qué dirán. Por supuesto son apreciaciones muy personales, pero esas son las características que destacan desde mi punto de vista.
¿Cuándo llega Inevitable a la Argentina?
A mediados de este año. Tal vez un poco antes pueda verse en algún festival local, además de los internacionales.
¿De qué trata la película? ¿Y cómo es tu personaje?
La película está basada en una obra de teatro de Mario Diament, Cita a ciegas, que tuvo muchísimas puestas y un gran éxito en varios países. Es la historia del amor obsesivo que siente el personaje de Darío Grandinetti por mi personaje. Nuclea esa y otras historias paralelas un tercer personaje, un homenaje a Borges que encarnó Federico Luppi. La película está ambientada en los años ´80, y Alicia, mi personaje, es una escultora. Una artista que trabaja con materiales como metales soldados y vidrios rotos. Es una mujer que busca la felicidad como puede, después de haber sufrido mucho en su vida. Toma decisiones a veces muy conscientes, otras medio caprichosas, pero en esencia es alguien que se propone tomar las riendas de su propia vida y no estancarse.
Comenzaste en febrero a dar clases de actuación ante la cámara. ¿Cómo describís esa experiencia?
Estoy fascinada. Descubriendo una vocación que tenía oculta. Disfruto de enseñar y aprendo junto a mis alumnos. Me sorprendo con cada paso, cada evolución de cada uno de ellos, sus dones. Cada uno trae algo especial, algo que nos ocupamos de potenciar para que cobre cada vez más brillo, y en paralelo enfrentamos bloqueos, desarrollamos técnica, nos acercamos al universo audiovisual desde varios ángulos, para lograr interpretaciones coherentes, realistas y creativas. Estoy dando varios talleres permanentes en Buenos Aires, y también seminarios de dos jornadas en ciudades como Córdoba, Rosario y La Plata.
En una nota, en Pura Química, hablabas de la necesidad de crear circuitos alternativos de cine, en salas, centros culturales, cineclubes de Buenos Aires... ¿estás con algún proyecto de ese tipo actualmente?
Sí. Estoy trabajando junto a la Embajada de Chile en Argentina y a la dirección de Asuntos Culturales (DIRAC) de Chile en una nueva edición -tercer año consecutivo- del Ciclo de Cine Chileno Contemporáneo en Buenos Aires. Eso generó bastante movimiento de cine chileno en nuestra ciudad. De hecho se están estrenando muchas más películas de ese país que antes, prácticamente no llegaba ni una.
También tengo un proyecto de revalorización del cine de Marco Bechis -director, entre otras, de Garage Olimpo-, para lo que estoy buscando fondos, pero que sin duda se materializará en un circuito de espacios alternativos.
¿Qué trabajos están ocupando tu tiempo, aparte de las clases que das? ¿Y en qué películas/obras/etc. te veremos en el futuro?
Estoy por empezar a ensayar La dama de las camelias, donde voy a interpretar a Marguerite Gautier, con dirección de Raúl Brambilla, aunque se estrenará, creo, no antes de agosto.
Voy a filmar al menos una película este año, aunque por ahora no puedo adelantar nada.
Además espero el estreno de Las mariposas de Sadourní, una película excelente que está teniendo mucho éxito en festivales extranjeros pero todavía no se ha visto en la Argentina. También este año se estrena Inevitable, y Olvídame, de Aldo Paparella, que protagonizo junto a Gonzalo Valenzuela y Carlos Kaspar.
En TV espero la salida al aire de Boyano, que fue la única comedia premiada por Contenidos Digitales Abiertos (CDA) el año pasado. Por fin me di el gusto de hacer comedia y de muy buena calidad.
Si dividiéramos al cine por nacionalidad, ¿con qué cine te quedás?

Es dificilísimo elegir. Sería necio, por ejemplo, dejar afuera de la consideración a Estados Unidos. Aunque haya mucho de su cine que no me interesa, sin duda ha tenido una llegada e influencia fundamentales en la historia del cine. Pero dispuesta a jugar, tal vez me quedaría con el cine francés: calidad en una gran variedad de géneros, trascendencia de sus movimientos, presencia de genios creativos en todas las épocas, una estética muy particular, actores fascinantes. Sí, Francia sería mi país elegido por su cine.

lunes, 13 de mayo de 2013

El peso invisible de las voces


Así como se dijo
en un momento
que lo que estaba en juego
era la verdad,
hoy está en juego
el discernimiento,
la valoración
de los hechos.
Y detrás de cada pista
interpretada,
se encuentra la verdad
de cada quien.

Cada quien huele,
explora
según su olfato lo guíe,
interpreta,
discierne,
valora,
y postula la verdad.
La suya.

Así las cosas,
hay verdades
que dichas más fuerte,
podrán hacer temblar
a las otras,
hasta convertirlas
en mentiras,
en falsas verdades,
o, pero aún,
en errores.

La tierra tiembla
con cada verdad.

Con cara de verdad.


lunes, 22 de abril de 2013

Patear el tablero


Nada de lo que dibuja tu pluma traza un surco en los días,
así se pierden tus ojos en el celeste del cielo,
solo hay preguntas incómodas.

Contempla el ambiente
como en busca de refugios físicos,
escondites para sus manifiestos internos.

Combates estelares incontrolables
en sus entrañas.

No nos importa nada más
que aquello que podemos percibir
y advertir con evidencias,
que se choca con nuestros ojos.

Lo que está en juego es la verdad.

***

Mi miedo no es el mismo que el tuyo
Mi miedo no es el tuyo
Se abre una herida a dos brazos.
Quisiéramos que la realidad fuera distinta.

¿Cuál es la batalla que das?

No es necesario mimar al esclavo
haciendo notar la mugre y la sangre
de sus rodillas.

Lo patético de cierta indignación,
de cierta complicidad previsible.

Desde dónde se discute el mundo,
desde dónde se lo acribilla
¿No es desde balcones, terrazas, árboles?

Cada uno huele su propia mentira.

viernes, 12 de abril de 2013

Acción


Lo que veo son burbujas.
Nos veo buceando en las pistas del pasado
para entender
y diagramar.

El excesivo respeto
es el miedo que no queremos reconocer.

Nos estamos moviendo,
ya se respiran nuestros pasos.
Suspiros y murmullos se funden
como telón.

viernes, 22 de marzo de 2013

Había una casa


La bicicleta está rota,
vejada.
El garage está sucio,
polvoriento.
El jardín tiene el pasto alto.

Me tiro al pasto, amarillo,
y huelo su olor a recuerdo sombrío.
Y me asusta la idea de que
arda un fuego en el pasto seco
y tenga que correr a una canilla
de la que agua ya casi no sale.

El jardín es de una casa solitaria,
olvidada entre altos muros, en una ciudad
que nos va corriendo la frontera.

lunes, 11 de marzo de 2013

Bienvenida


Ha pasado un buen rato y veo
que el mismo pensamiento
ha vuelto a percutir.

Suspendido,
quiero hundirme en un sueño profundo.

Visualización,
especulación.
Dos puntos se acercan sin saber bien
dónde está cada uno,
dónde está el otro,
sin conocer los caminos.

Nada confirma los pasos que siguen.
Todo "casi",
casi hago esto,
casi hacemos lo otro.
Lo que divide estar adentro de estar afuera.

Mis debilidades no llegan a la superficie.
Jamás desnudaría mi debilidad.

Todos nuestros sentimientos,
de a gotas.

Tienen que coincidir tiempo y espacio.

Nunca vemos a ciertas personas del todo,
solo se nos representan sus perfiles,
que se ven tan bien,
innegables.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Entrevista a Ariel Prat

Unos meses antes de fin de año y poco después de editar Orgullo de barrio, el músico Ariel Prat se prestó para una charla telefónica. La revista Área Urbana publicó parte de la entrevista, pero acá va la versión completa.



Hay un fuerte contenido barrial en mi música”

El músico Ariel Prat y el barrio porteño de Villa Urquiza son casi una unidad, una síntesis. No por nada el poeta murguero bautizó Orgullo de barrio a su última producción discográfica, en la que compila una veintena de canciones de su repertorio, incluidas algunas grabadas en vivo.

A Roberto Ariel Martorelli se lo conoce más por su nombre artístico, Ariel Prat. Una reseña de prensa difundida poco después de la salida de su último trabajo discográfico, Orgullo de barrio, lo definía como “un músico con barrio y esquina en la sangre, de carácter popular y gran presencia escénica”. También como “cantante y murguero de alma”, e incluso se refiere a él como “juglar, negro, zurdo, poeta”. Y según señala el sitio www.rock.com.ar, el propio Ariel ha definido a su música como “tango milonga de corte murguero”.
Entre las múltiples creaciones, colaboraciones y andanzas artísticas de este poeta y cantante, probablemente lo más conocido por quienes no se han detenido en su trabajo sea su vínculo con Bersuit Vergarabat, consolidado con distintas composiciones elaboradas junto a algunos de sus integrantes: Al olor del hogar, El zurdito, Milonga de las quimeras, Llamados de la bestia, Las pibas de Urquiza, Viene alumbrando la esquina y Negra murguera, con Juan Subirá, y Rumba y tres saltos, con Pepe Céspedes. Todas esas canciones, excepto Negra murguera, fueron incluidas en el último álbum. Además, en 2012 se publicó su libro de poemas Curiosidad y azar. Versos de trashumante.

¿Por qué se llama Orgullo de barrio el disco?
El disco se venía madurando, venía entibiando sueños al jadear, como diría “el flaco” (Luis Alberto Spinetta, en la canción Los libros de la buena memoria). Se iban acumulando discos y colaboraciones, mucha gente fue llegando al universo de mi música con la carga de que mis discos son difíciles de encontrar, ya sea porque están agotados o descatalogados. La idea era hacer un paneo de más de 20 años de música grabada y agregar algún detalle en vivo, para incorporar la intensidad del directo, con la gente. Orgullo de barrio es el nombre de un tema que no está en este disco, forma parte de un álbum que salió en España pero no en la Argentina. Hay algo de eso, mi orgullo es salir a mostrar lo que he aprendido y qué me ha generado música y poesía, me lo ha dado el barrio. Todo eso de algún modo te dicta cómo actuar, se lleva en la sangre, en la genética. Yo llevo el barrio metido, hay un fuerte contenido barrial en mi música, no puedo negarlo. ¡No puedo poner “orgullo de Jockey Club” (risas).

¿Qué es para vos Villa Urquiza?
Es el barrio que amo, donde me crié. Luego hubo mudanzas hasta llegar a Soldati, donde viví los últimos años de mi adolescencia. Llegamos ahí porque mi viejo consiguió un departamento en un monoblock, después de que los militares nos desalojaran, en tiempos de la última dictadura. Fue raro pasar a Soldati, al humo de la quema, a las moscas, es un contraste fuerte. Siempre fuimos gente pobre, pero ahí parecía otro mundo. Soy experto en camiones y mudanzas.

¿Dónde vivís ahora?
Cuando vengo (actualmente reside en España), paro en Once, pero estoy tratando de instalarme en Urquiza, o en alguno de los barrios cercanos y parecidos, como Villa Ortúzar, Agronomía o Parque Chas. Más allá del barrio que sea, el entorno uno lo manifiesta: tengo una poesía que se llama Las dominicanas, donde expreso que estallan por sus culos como el mármol del monumento en Miserere. El Once es como Blade Runner.

En Urquiza se está construyendo mucho, pareciera que está mutando la fisonomía del barrio, ¿no?
Eso pasa en una zona de Urquiza, pero hay otra parte que se mantiene con su estilo histórico, es una zona muy murguera, donde se destacan grupos como Los Microbios, Los Preferidos y Los Fantoches, además del club Sin Rumbo.

¿Cómo fue tocar en el teatro 25 de mayo, que se reabrió hace unos años en el barrio?
Fue una gran emoción tocar donde mi abuela había bailado y donde yo había ido tantas veces a ver películas, como Nazareno Cruz y el lobo. Estar ahí arriba era como estar acunado, nunca mejor dicho: me sentía realmente local. Significó muchísimo.

Hay canciones tuyas que denotan una marcada identidad barrial, como Las pibas de Urquiza, Vieja calesita. ¿Cuándo y dónde compusiste tu primer tema?
El primero lo compuse en la calle Ginebra, a los 17 años, todavía jugaba al fútbol. Era una cosa muy rudimentaria y primitiva.

Contá algo de tu experiencia como jugador.
Jugué en Argentinos, Chacarita, Excursionistas, Platense, y me probé en River, donde estuve unos meses y me fueron. Me dolió muchísimo eso. Cuando dejé de jugar, a los 18 años, estaba en Platense. Era 11, lo que antes se llamaba wing. A veces me ponían de 9.

Durante un año, mientras River estuvo en la B Nacional, escribiste para Télam una crónica de cada partido. ¿Cómo fue esa experiencia?
Hacía cada semana la columna Te alentaré donde sea, así se llamaba. Fue difícil escribir sobre River, sufriendo tanto y a la vez tratando de no perder la frialdad para hacer el análisis. Pero diría que fue un ejercicio maravilloso. Empezaba la nota siempre con el resultado, luego iba desgranando el partido, y la idea era que tuviera onda, color, y que a la vez graficara bien lo que le pasaba al hincha. Me tocó escribirla en París, después de un concierto; también antes de tocar en la Patagonia, e incluso estando en la cancha. ¡Qué manera de sufrir, por favor! Mi hija, que es muy chiquitita -tiene dos años-, un día se asustó porque me vio sufriendo demasiado.

Hay canciones de cancha que fueron ideadas por vos, ¿no? ¿Cuáles?
La más popular es la de “olé, olé, olé, jugando bien o jugando mal, yo te quiero, es un sentimiento, ¡no puedo parar!” Es distinta a la que cantan las otras hinchadas. Lo paradigmático es que para el hincha de River es muy importante jugar bien, tener buen pie, y la canción habla de jugar bien o jugar mal, como si diera lo mismo. De todas formas para mí es una gran emoción que se haya popularizado tanto.

¿En qué época integraste la barra de River?
Entre los 14 y los 18, primero, y luego volví a los 25 o 26, y estuve hasta el ´94. Ahora voy a platea.

Volviendo a la música, ¿qué estás escuchando?
Me llega mucha música. He estado escuchando a un grupo llamado Proyecto de los ríos. También me gusta Tangó de San Miguel, que es una banda de la ciudad de Paraná; Juan Serén, Amores tangos, Las pibas de China Cruel; la orquesta Misteriosa Buenos Aires. Y me gusta mucho el rock progresivo de los ´70, bandas como Emerson, Lake & Palmer y King Crimson. De todas formas creo que ahora le dedico más tiempo a la lectura.

¿Qué has leído últimamente?
Estuve releyendo Mordisquito, de Enrique Santos Discépolo. También leí Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, y Cuentos para Ulises, que es un libro de un periodista, escritor y conductor de un programa de Radio Nacional de España, Juan Carlos Ortega, con relatos para su hijo. Otro que me gustó es Cercano oeste, de Mariano Hamilton.

No sé por qué, pero te imaginaba leyendo además a Fabián Casas.
Leí uno de Casas, Los Lemmings. Es loco porque me lo regaló una amiga y me dijo “esto es para vos”, como si no tuviera dudas de que me iba a gustar. Sé que viví cosas parecidas al autor: el identificarse con un barrio, ser contemporáneos, crecer escuchando determinadas bandas, aunque yo fui más marginal.