jueves, 15 de diciembre de 2011

Nunca estuve aquí

Este es el barrio sin veredas,
se camina por la calle se respira en una cuadras
aire puro y en otras lo que emanan las fábricas
en las que trabajan los mismos obreros que viven
en el barrio sin veredas con acacias y tilos.


Un chico que siempre persigue nuevas melodías,
doblando en callejones, en las calles en damero del barrio
sin veredas, con acacias, tilos y perros sin dueño,
las persigue en el tiempo que le queda entre un trabajo y otro.


Este es el barrio en el que la gente se hizo humo,
o se fue a tomar mate adentro porque afuera está muy frío.
Estoy esperando que llegue el verano para que se poblen las calles
o para confirmar que a las personas de este barrio las esfumaron
y que el barrio fue olvidado, por cínicos, por insensibles,
o tan sólo por inútiles.


Nunca estuve aquí.
Este momento real es lo más parecido a un sueño.
Este barrio es de los despojados y de los desterrados
el más lindo. Demasiado para ser visto.
Demasiado simple, o lo suficiente.


Cuando cae la lluvia de tilos y acacias es una fiesta.
Y es cuando sí se sale a la calle,
con calor o con frío,
en este barrio, más oscuro que un abismo.

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