sábado, 10 de diciembre de 2011

Quieto

Llegando a la curva, comenzó a olerse el tufillo de la razzia.
Antes de que el mármol sellara la agonía, el rumor de un sonido desplumó a los sentidos

Lo que mata de miedo es la espera
Lo que asfixia es el silencio
Las señales son simples gotas cayendo o estrellas fugaces
Asustan -es cierto-, invaden...
como un cuchillo que entra, pero que también sale...
Y así resulta el mayor sufrimiento el que no se sabe cuándo termina

El camino es rectas y curvas,
luz y penumbra,
sombras deformes

Rumores del afuera,
de lo que no es esto,
se cuelan desde lungos ventanales,
y hacen trastabillar a la idea de realidad

Si los muros tuvieran que hablar,
tendrían nada para decir,
sus voces serían inexpresivas,
monótonas, con el aliento abortado.

A falta de vida,
las moscas resuelven morir
dejándose caer, yo escuchándolas,
rígido de miedo cada vez, buscando confirmar
con mi mirada lo que pasa, si es que pasa,
a la vuelta de cada columna, donde late
siempre una amenaza nueva.

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